La gastronomía, en la actualidad, es resultado de la unión entre el conocimiento sobre los recursos que se tienen a la mano, así como la cosmovisión, cultura y tradición de un lugar. Esto hace que cada cocina sea inigualable, lo mismo cuando se trata de prácticas, que de rituales, fiestas y tradiciones religiosas.
Un claro ejemplo de esto es la encomienda que se demuestra a San Pascual Bailón, por su legendaria labor como cocinero.
Deliciosa y buena fe
Una frase popular dice:
“San Pascualito Bailón, báilame en este fogón. Tú me pones la sazón y yo te bailo un danzón”.
Cada 17 de mayo se festeja a los cocineros, en honor al natalicio de San Pascual Bailón, en 1540. De acuerdo con saberes populares y registros de la orden franciscana, él se caracterizaba por cocinar con alegría y buen corazón, además de repartir las sobras de los conventos entre los más necesitados.
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Según cuentan, se esforzaba por dar lo mejor al prójimo. Si se piensa bien, esto va relacionado con dos términos importantes de la industria restaurantera actual: hospitalidad y restauración.
La historia cuenta que este fraile franciscano –luego de recibir los hábitos en 1564, en San José de Murcia, España– profesó su fe en distintos conventos. Siempre pedía ser el cocinero de la casa y cuentan que tenía una fe y devoción tan grande que, cuando preparaba algo, siempre rezaba y a veces hasta bailaba alrededor del fuego. Debido a ello, descuidaba a menudo los últimos pasos de sus platillos. Supuestamente los ángeles, al ver eso, bajaban y terminaban de sazonarlos.
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Se sabe también que San Pascual Bailón fue autor de dos devocionarios, que le ayudaban a organizar su vida entorno a la fe, con la idea de ayudar al prójimo y encontrar la felicidad en el servicio hacia los demás.
Recuerdos en plena crisis
Pascual falleció en 17 de mayo de 1592 –para muchos, dándose el lujo de morir el día en que nació–. Dos años después inició su proceso de beatificación, para luego ser canonizado por el papa Alejandro VIII, el 16 de octubre de 1960.
Los cocineros tienen la creencia de que, si se encomiendan a él, tendrán mejor sazón y una mayor seguridad en la cocina. Es por eso el día de hoy, en diferentes conventos de Puebla, hay aún imágenes y estampas de este santo, puestas sobre paredes de talavera.
San Pascual Bailón fue un ejemplo de enseñanza entre las monjas poblanas, desde la época novohispana y hasta nuestros días, y para muchos ha sido significativo recordarlo en plenos momentos de crisis por la pandemia de covid-19.
Luis Ángel Cruz Simón es licenciado en gastronomía e investigador especializado en patrimonio cultural gastronómico de México.