Los cromos para calendario son un elemento estético que se añadió a los calendarios a principios del siglo XX en México. Y desde entonces, ocupan un lugar importante en el imaginario social del pueblo mexicano. Por lo tanto, hoy queremos hablarte un poco de ellos y acerca de cómo exaltaron la riqueza de la gastronomía mexicana.
Por Sandra Carolina Jiménez Pedroza.
¿Qué son los cromos?
De acuerdo al Museo del Calendario (MUCAL), los cromos:
Llenaron de esencia al ser el lienzo de la cultura mexicana, donde diversas temáticas se manifestaron: históricas, religiosas, tradicionales y chuscas. Todas ellas, elementos que reflejaron el vivir, el pensar y el hacer de los mexicanos como una manifestación en un objeto llamado calendario, que sigue tan vivo como antes.
Sin embargo, esta perspectiva es de esta época. Pues, en aquel entonces, a los cromos los consideraban como mero arte comercial, es decir, como una imagen publicitaria de una marca. Ya sea de refrescos, cervezas, cigarros, pan, entre otros productos.
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¿Cuáles eran los tipos de cromos?
La fábrica Galas de México era una de las grandes productoras de calendarios. Ahí, de acuerdo a Héctor Palhares en su conferencia titulada “El arte de los sabores en los cromos para calendario”, había dos tipos de cromos:
El primero era el especial y no podía ser replicado, es decir, el dueño exclusivo del cromo era el cliente, quien pagó por él. Por otro lado, el segundo tipo era el calendario de línea, es decir, eran imágenes que sí podían ser replicadas.
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¿Qué aparecía en ellos?
En estas imágenes con frecuencia aparecían mujeres jóvenes y sonrientes. A menudo, ataviadas con vestimentas regionales y rodeadas de elementos tradicionales como artesanías de barro negro. Asimismo, las modelos de los cromos posaban con bateas de frutas u otros alimentos propios del país, a modo de incitar al espectador a comprarlos.
También había cromos con mujeres preparando alimentos como gorditas o mole. Inclusive existían cromos donde se recuperaban las raíces prehispánicas, esto al colocar a mujeres con coronas de plumas, ofreciéndoles comida a los dioses.
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Así pues, el espectador se sentía seducido por la calidez de las imágenes, pues éstas le recordaban su vida cotidiana y la belleza que había en ella.
Por esta razón, instituciones como el Museo del Calendario y el Museo Soumaya dedicaron esfuerzos a la curaduría y difusión de estas piezas. Pues, éstas dan cuenta de una parte de la cultura mexicana de esa época que merece conocerse.