La influencia italiana en la gastronomía de Argentina hoy nos permite disfrutar de platillos exquisitos. Si bien ciertos ingredientes no son propios de su territorio; una vez que llegaron a este lado del mundo, se encargaron de hacer cambios puntuales para dejarles un sello único. Tal es el caso de la provoleta, un platillo que tiene como protagonista a un queso italiano. Sin embargo, la experiencia al probarlo en Argentina o en Italia cambia por completo.
Por: Desiree Perea
Así se prepara (y sirve) una auténtica provoleta
La llegada de los italianos tuvo como epicentro el Río de la Plata. De aquí, partieron hacia otras regiones para establecerse y comenzar una nueva vida. Para sentirse más cerca de casa, trajeron consigo ingredientes y recetas que los hacían sentirse cerca. La provoleta es un platillo simple pero con gran profundidad; fue una forma de unir el legado quesero de Italia, con la cocina a las brasas de Argentina.
Esta delicia horneada tiene como autor a Natalio Alba, un inmigrante calabrés que decidió servir a uno de los quesos italianos favoritos en un platillo caliente. El ingrediente que se lleva el protagonismo aquí es nada más y nada menos que el queso provolone: un queso de pasta hilada del sur de Italia.

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Se dió cuenta que su anatomía era perfecta para cocinarlo a fuego alto. Al contener poca grasa y tener una textura semi-dura, el queso provole se fundía en el interior, mientras que una capa crujiente y dorada lo cubría en toda la parte de afuera. Natalio tomó seriamente su creación, por lo que no dudo en patentarla. Así, la primer provoleta salió de los hornos y no tardó en convertirse en parte crucial del legado culinario de Argentina.
Para cocinarlo, lo mejor es dejar la pieza completa; así se sirve al centro y se acompaña con pan ligeramente tostado. El queso suele cubrirse con un poco de aceite de oliva, para después espolvorear con un poco de especias:
- Orégano
- Pimienta roja
- Sal y pimienta
Cocina a las brasas, uno de los sellos en la gastronomía argentina
Los asadores se encienden desde temprano en Argentina; sin importar el día de la semana, el fuego es parte de la cocina en casa y en miles de restaurantes. Si bien sus cortes de carne merecen gran reconocimiento, la provoleta es un platillo que muchas veces pasa desapercibido y no debería ser así.

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Servir este queso horneado como entrada es clave para reunir a todos alrededor de la mesa. Una vez que sale del asador, el aroma no tiene comparación. Aunque no necesita nada más, algunas versiones actuales lo presentan con algunos ingredientes extra. Por ejemplo, es posible añadir tocino, cebolla, calabresa o pimientos frescos.
Sin importar su sencillez, una vez que la provoleta llega a la mesa, es imposible decirle que no. Acompañada de una baguette caliente y una copa de vino tinto, ¿a caso tenemos que decir más? No hay duda de que este platillo logró conquistar el corazón de miles de argentinos y turistas.