Esta historia comienza en plena pandemia, con un pareja que añoraba el sabor de los burritos hechos en California y el pozole con una receta muy particular del Estado de México, mientras vivía en la CDMX.
Ellos eran Wen y Ryan, hace cerca de un mes y medio. Ella extrañaba el sabor del pozole rojo de Jilotepec, con la receta de su madre; él, los burritos que comía desde que era niño en California. En la capital mexicana no encontraron nada similar a lo que traían en mente, así que decidieron crearlo: así nació La Ramona, una ghost kitchen que cumplió sus sueños.
Por Ollin Velasco.
Comida con trasfondo
El nombre de su proyecto es un homenaje a Ramona, una perrita xoloitzcuintle que Wen no ve hace dos años porque se le perdió y nadie nunca la ha devuelto.
“En ella había una parte de mí y, al ser de esa raza, sentimos que representaba también un poco de la cultura chicana para la que los Xolos –el equipo de futbol de Tijuana, Baja California– son tan importantes. Quisimos emprender y que el negocio tuviera algo que nos representara a ambos”, asegura Wen.
Foto cortesía de Wen.
Luego de pensar durante un mes y medio en los detalles de cómo echar a andar La Ramona, finalmente hicieron su primera entrega de comida hace cerca de dos semanas. Su pozole y burritos estilo californiano ya circulan de forma oficial en las calles de la CDMX.
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Foto de Ollin Velasco
Luego de hacer muchas pruebas, lograron perfeccionar sus recetas (y aprender la versión de la mamá de Wen) y lanzaron el pozole rojo con maciza de cerdo y espinazo de cerdo, o pollo, con chile guajillo y de árbol y los clásicos acompañantes: rábanos, orégano, chile piquín y lechuga picada. Todos sus insumos, de productores locales de Jilotepec.
También intentaron muchas formas de burritos, hasta que el de carnitas con frijoles de la olla, arroz blanco y queso manchego libre de pastoreo, que va con pico de gallo y salsa verde picante, estuvo listo para enrollarse en una enorme tortilla de trigo orgánico de la misma zona y envolverse en hojas de papel aluminio que fácilmente contienen la comida para dos personas (con hambre).
Foto de Ollin Velasco.
Ninguno de los creadores son chefs; no obstante, ambos han tenido un contacto previo con la cocina. Wen, porque su mamá durante un tiempo tuvo un restaurante en su pueblo natal y ella le ayudaba en ciertas tareas; Ryan, porque trabajó en varios restaurantes de Estados Unidos.
“Siempre creímos que la combinación de nuestros dos grandes antojos podría ser una buena opción para curar una cruda en fin de semana, así que nos imaginamos algo que nos gustaría comer, juntamos experiencias y logramos esto”, asegura Ryan.
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Pedidos y buenas causas
Quien conozca la CDMX sabe que el domingo es un día en el que conseguir comida a veces puede ser un reto. Muchos lugares cierran y no toda la gente precisamente quiere salir de casa.
Por eso, La Ramona es una opción para hacer pedidos –vía Facebook, Instagram, o directamente al 5513951535– de lunes a viernes, para entregas el último día de la semana, de 2 a 5 de la tarde.
La ghost kitchen está en la colonia Juárez y sus repartos se hacen en bicicleta, por un gesto de contribución con el medio ambiente, así que el radio de envíos se circunscribe a 10 kilómetros a la redonda.
Si ordenas su comida no sólo estarás contribuyendo a apoyar directamente a productores locales de Jilotepec, sino también a que la cultura gastronómica de dos lugares abismalmente distintos se extienda en la CDMX y a que Ramona, donde quiera que esté, reciba el homenaje que merece para que algún día vuelva a casa.
Foto cortesía de Wen.
