El Mont Blanc es una obra maestra de la repostería que representa la elegancia y sofisticación que caracteriza al legado culinario de la cocina dulce. Este postre rinde homenaje a la cima más alta de los Alpes. ¿Creación italiana o francesa? A continuación, te contamos sobre el origen y anatomía de esta receta que hoy se domina a nivel internacional.
Por: Desiree Perea
La nacionalidad compartida del Mont Blanc
Actualmente, este postre se reconoce al instante como un clásico francés; sin embargo, los italianos no están muy felices con dicho enunciado. Algunos relatos (que se mantienen en secreto) aseguran que la primer versión del Mont Blanc se encontró en un libro de cocina italiano. Fue en 1620, cuando llegó a territorio francés, donde su preparación y significado cambió por completo.
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En Italia, el Mont Blanc se mantenía simple, como un postre clásico casero. Pero en Francia, fue elevado hasta convertirse en una preparación de nivel avanzado en la repostería. Los chefs se encargaron de convertirlo en un símbolo de sofisticación culinaria. Su aspecto, que recuerda a una montaña cubierta de nieve, representando a la perfección su inspiración alpina.
Las claves detrás de un postre histórico
Hacer un Mont Blanc requiere tiempo y paciencia, pero el resultado vale cada minuto. En la repostería, las porciones son sumamente importantes para obtener los resultados esperados. Aquí no hay lugar para agregar o eliminar ingredientes, las recetas se siguen al pie de la letra. El proceso para servir la versión tradicional incluye lo siguiente:
- Preparación de la crema
Las castañas se cocinan, se pelan y se procesan hasta obtener un puré suave. Este puré se mezcla con azúcar y vainilla para lograr una buena textura y sabor. La cantidad de azúcar se puede modificar de acuerdo a gustos personales; también es posible sustituir por endulzantes naturales como la miel.
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- Base crujiente
Este elemento funciona como la base para contener el postre completo. Se baten claras de huevo con azúcar hasta alcanzar picos firmes. Posteriormente, se hornea a baja temperatura para obtener una textura seca y crujiente. Algunas versiones también lo sirven con un bizcocho ligero de almendras.
- Montaje
Sobre la base de merengue, se coloca una capa de crema batida. Luego, la crema de castañas se pasa por una manga pastelera con boquilla fina para formar los característicos “hilos” que cubren el postre. Al final, se espolvorea con una capa fina de azúcar glass.
Así, el Mont Blanc hoy por hoy es reconocido como un símbolo de la repostería francesa. Su textura y balance dulzura, lo convierten en una elección irresistible para quienes buscan disfrutar de la auténtica repostería francesa. Ya sea en su forma tradicional o en una variante moderna, este postre sigue conquistando corazones alrededor del mundo.