El beef Wellington es un platillo clásico que ha capturado la imaginación y el paladar de muchos a lo largo de los años. Este platillo, conocido por su lujosa combinación de ingredientes, no solo es un festín para el paladar, sino también un espectáculo visual. En esta nota, exploraremos la historia del beef Wellington, así como la anatomía de este exquisito platillo. Cada elemento tiene una razón de ser dentro de este platillo. Aquí te contamos más sobre esto.
Por: Desiree Perea
El misterioso origen del beef Wellington
El origen exacto de este platillo es objeto de debate seguro. Pues se conocen dos versiones que se reconocen entre los historiadores gastronómicos. En primer lugar, se dice que esta receta se nombró en honor al primer duque de Wellington. Sin embargo, los franceses presumen que el beef Wellington es simplemente una versión alterna de una receta propia; conocida como ‘boeuf en croute’.
Su nacimiento dentro de la realeza es la versión más aceptada por los ingleses. Este platillo es digno de presumir a lo grande, pues su preparación no es nada sencilla. Usualmente se sirve la pieza completa a centro (similar al pavo en Día de Acción de Gracias o Navidad). El beef Wellington es un clásico atemporal que no deja de estar presente en los hogares y restaurantes de Inglaterra.
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La dificultad detrás de este platillo británico
A simple vista, este platillo es una verdadera obra de arte. Los colores, aromas y texturas son parte de la magia del beef Wellington. Pero, para lograr que el resultado final sea el esperado, es necesario poner atención a distintos factores. Por ejemplo, el control de temperatura es vital; pues es una receta que presenta un filete de res perfectamente cocinado. Aunque el termino puede modificarse al gusto, lo tradicional es mantenerlo en termino medio o 3/4.
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Por otro lado, la pasta o masa hojaldre que cubre la carne debe mantenerse firme y ligeramente elástica. Esto logra una cobertura uniforme sobre el filete que al momento de hornearse, mantiene los jugos naturales de la pieza. Además, aporta una textura crujiente, así como destellos brillantes. En la actualidad, existen diferentes versiones del beef Wellington.
Por ejemplo, es posible cambiar la carne de res por cordero, cerdo o hasta pescado. El salmón es también una alternativa popular. También suele presentarse en porciones individuales, sobretodo en restaurantes es común dicha presentación. El que sea una porción menor, no quiere decir que sea más fácil su preparación; pues de igual forma debe mantener el término y jugosidad adecuada.
¿Cómo reconocer un buen beef Wellington?
Son muchos los elementos que se involucran en esta preparación, podría parecer que uno que otro se pueden pasar por alto; la realidad es que no. El filete debe ser tierno y jugoso, cocido a término medio. Alrededor de esta pieza, justo entre el hojaldre y la carne se encuentra una mezcla seca conocida como ‘duxelles’. Esta preparación donde brillan los champiñones es imperdonable para los ingleses; aseguran que si el beef Wellington no tiene esta cubierta, entonces no puede reconocerse como tal.
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En cuanto al exterior, debe estar dorado y crujiente, sin signos de quemaduras o empapamiento. Es de suma importancia mantener el hojaldre frío hasta el momento de envolver el filete. Así podrás asegurar que mantenga su forma durante la cocción. Si el hojaldre no llega a la mesa con un brillo y color dorado, quiere decir que olvidaron barnizar ligeramente con yema de huevo.
Reconocer un buen beef Wellington requiere un ojo atento a los detalles y un paladar afinado. Desde la elección de los ingredientes hasta las técnicas de cocción y presentación, cada paso es crucial para lograr este icónico platillo.
