Después de las medidas sanitarias por Covid-19, la gente comenzó con las compras de pánico, consumiendo mayor cantidad de enlatados y una mínima cantidad de comida en los mercados. Conservar nuestros alimentos era la prioridad.
Fernando Dávila, de la Flor de Jamaica, nos platica su experiencia viviendo estos momentos de crisis en uno de los mercados más importantes de la ciudad, el Mercado de Jamaica.
La realidad de los mercados
Durante estos tiempos que hemos vivido en aislamiento a causa de la crisis del coronavirus, las personas que nos dedicamos al comercio de materias primas, abarrotes, frutas, verduras y demás elementos de la canasta básica, nos hemos enfrentado a una realidad que desconocíamos hasta hace poco.
Foto: Shutterstock
Nuestro papel en la sociedad, así como nuestras dinámicas de trabajo, abastecimiento y distribución de las cuales depende el giro. Desde que se empezaron a difundir noticias sobre la situación crítica en la que se encontraban otros países derivado de la rápida expansión del virus en Europa y Asia, comenzamos a ver que en realidad se trataba de una situación que fácilmente se había salido de control y que el riesgo para nosotros era más latente.
Te podría interesar: Covid-19: ingredientes afectados por bloqueos
Covid-19 en México
Con la noticia del primer caso de contagio en México, inmediatamente empezaron a circular en medios y en redes las opiniones de aquellos que urgían a detener toda actividad comercial para poder mantenernos aislados y así disminuir el riesgo de contagio en México.
En un lugar en donde conviven tantos vendedores como lo es el Mercado de Jamaica, se podían encontrar distintos puntos de vista, sin embargo, era visible que la mayoría de locatarios no estaban dispuestos a suspender sus actividades de un día para otro.
Te podría interesar: Mercado San Pedro de los Pinos: el tour del antojo
Esto contrastaba radicalmente con el pánico que se podía sentir en redes sociales de aquellos quienes tenían la oportunidad de desprenderse de sus actividades anticipadamente. Por algunos días, la realidad que vivimos estuvo situada entre la espada y la pared, siendo evidente la confusión que existía en los comerciantes de la zona.
Muchos de ellos acostumbrados a jornadas de trabajo extenuantes que se han repetido durante muchos años, quienes era evidente no estaban dispuestos o no se podían dar el lujo de parar; a lo cual se sumó un hecho derivado de las medidas de precaución ante una posible contingencia y aislamiento social, muchas personas aprovecharon esos días para hacer compras de todo tipo de insumos tanto para la alimentación cuanto para el hogar.
Te podría interesar: Columna: con sabor a maíz y a lago, así era la cocina azteca
El mercado de Jamaica
Esto significó un aumento en las ventas para muchos de los que trabajamos aquí y fue evidente que el mercado se volvió un centro de abasto importante para muchas personas que preveían la crisis.
Este fenómeno no sucede comúnmente fuera de los días ya marcados en el calendario como ciertas celebraciones que incrementan el flujo de gente en esta zona. Para muchos comerciantes esta fue una gran oportunidad de generar un ingreso superior al promedio, situación que motivó su deseo de mantenerse activos el mayor tiempo posible.
Foto: Nancy Granados
En cuanto a los supermercados, creemos que la gente con mayores recursos fue la que trató de abastecerse de productos no perecederos. Sin embargo,poco a poco la venta comenzará a bajar y solo los locales con productos de la canasta básica van a sobrevivir. No se pueden dejar de surtir ingredientes, son la base para cualquier persona, todos necesitamos comer, y a pesar de los enlatados, los mercados grandes del país son los que mantienen a los pequeños distribuidores.
BOLETOS