El comunicador visual Marco Silva se unió a la iniciativa internacional 36 Days of Type, a través de la que anualmente diseñadores gráficos, ilustradores, tipógrafos o cualquier artista gráfico del mundo, expresan durante 36 días continuos su muy particular interpretación de las letras y números del alfabeto latino. El resultado del proyecto personal de Silva, quien ha trabajado en temas tan variados como deportes, espectáculos y actualmente gastronomía –es nuestro actual director de arte en Gourmet de México–, fue una serie de 36 Days of Type enfocada en comida e ingredientes del mundo, pero especialmente en los que hacen a México una meca de la culinaria internacional.
Aterrizar en terrenos de la cocina
Silva tiene un interés especial en la cocina. Según cuenta, después de ser consciente de todo el corazón que hay detrás de un plato –y siendo un cocinero aficionado– se preguntó: “¿Esto cómo lo puedo hacer?, ¿qué se necesita para lograr esta textura?, ¿dónde obtengo estos ingredientes?” Las respuestas le llegaron gradualmente, lo mismo que las ideas para materializarlas en diseños que saben a todo el mundo.
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Su propio 36 Days of Type consiste en una serie de piezas gráficas, en las que entrelaza diferentes tipografías con una pléyade de representaciones visuales de ingredientes, platillos o bebidas.
Silva desarrolló, a lo largo de 36 pósters, un camino para reconocer ingredientes tan comunes como la espinaca o tan extravagantes como el fugu (pez globo). Su vena mexicana también jugó un papel importante, porque en esta serie, que tuvo su foro en redes sociales, retrató muchos ingredientes y platillos típicos de nuestro país: lo mismo maíz, que chile, xoconostle, tacos o chocolate.
El reto visual al que se inscribió, que existe desde 2014, busca romper los límites creativos de los participantes. Año con año, se les invita a compartir una letra o un número durante más de un mes, de manera continua y simultánea junto a miles de creativos a nivel mundial, a través de Instagram.
En dicha red social se compartió cada póster bajo una serie de etiquetas (la más importante: #36daysoftype), que fueron recabadas y calificadas por un panel de curadores. Esto, con la finalidad de cada día poder darle relevancia a algunas piezas en el perfil principal de la red social de 36 Days of Type.
Así, este proyecto se convirtió en una especie de maratón en el que solo algunos cumplieron con la meta de hacer una publicación al día. Todas las creaciones son bienvenidas, así solo hagan una o las 36. Marco Silva cumplió en tiempo y forma con cada una de ellas.
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Hambre y proceso creativo
El comunicador visual cuenta que en cada imagen enlazó dos familias tipográficas: una era muy delgada y elegante, inspirada en lo delicado del arte culinario que los chefs hacen en cada plato; la otra era más robusta y con movimiento, simbolizando lo frenético de las grandes cocinas y lo fuerte que tienen que ser todos los integrantes de ellas para resistir jornadas tan demandantes.
Como si se tratara de las capas de un pastel, sumó a este maridaje creativo una imagen ilustrada para conectar cada concepto a una letra o número. Cabe aclarar que las palabras referidas en sus piezas son todas en español, algunas muy mexicanas.
Eso, dice, fue un requisito que se impuso a sí mismo. Por ejemplo, rescató en uno de sus pósters la vista cenital del mayor exponente de la comida mexicana: el taco. En otra imagen quiso darle la importancia que se merece al maíz criollo mexicano, ese que tiene sus variantes de color y que es la base de la alimentación nacional.
También le dio un espacio a la tuna agria o xoconostle, un fruto que tiene un uso muy extendido en la cocina mexicana y es poco conocido en otras latitudes.
A través de este maratón creativo, Marco Silva quiso rendir un homenaje a la gastronomía (principalmente mexicana) y a los diferentes usos de la tipografía. Sin ambas, queda claro, no existiría la humanidad tal y como la conocemos.