Aunque siempre vivió en la costa, Yvan Mucharaz es originario de CDMX. Su padre, un almirante retirado de la Armada de México, fue quien lo llevó al mar. Recuerda que se acostumbró a conocer nuevos lugares y a ser sociable por viajar constantemente.
Por: Fernanda Hernández
Desde pequeño fue rebelde y extrovertido. Durante su adolescencia estuvo dos años en la escuela Naval y estudió actuaría en el ITAM poco tiempo. En determinado momento, su padre le puso un ultimátum: debía terminar una carrera o dejaría de apoyarlo económicamente.
Su madre lo indujo a la cocina. “Ella me dijo que siempre tuve un interés especial por la culinaria. Luego de una larga charla, acepté ir a conocer las instalaciones de una escuela de gastronomía y me di cuenta de que era lo que estaba buscando”.
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Trabajó seis años con Edmundo Escamilla y Yuri de Gortari. “Para mí Edmundo era como mi tío. Siempre fui su mano derecha y gracias a él pude trabajar hombro a hombro con Juan María Arzak, Bruno Oteiza y Mikel Alonso en Tezka”.
El momento que cambió su vida fue conocer a Thomas Keller. “Me llamaron para la apertura del fine dining de Rosewood Mayakoba. Durante mi estancia conocí a Keller y tiempo después ya estaba trabajando en The French Laundry”.
Después de dos años en dicho recinto, viajó a París para trabajar en L’Atelier, de Joël Robuchon. Estuvo allí hasta que su visa de trabajo ya no pudo ser renovada.
A su regreso a México se enamoró de Los Cabos en unas vacaciones. “Casi deportado de París, llegué con tiempo de sobra, me fui de viaje a Los Cabos y nunca regresé”. O bueno, al menos ha sido así en los últimos siete años. Primero estuvo en Resort at Pedregal, hasta que le ofrecieron tomar el restaurante Comal Cabo.
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Nadie imaginaría que mucha gente visita el restaurante Comal —ubicado dentro de Chileno Bay Resort & Residences, en Cabo San Lucas— sólo para comer el tierno y especiado pollo con vegetales y puré de zanahoria que cocina Mucharaz.
Sin embargo, el antojito favorito de este joven chef son los tacos al pastor y confiesa de las carnitas no son su hit, sin embargo, la primera vez que sintió un gran amor por ellas fue cuando probó las de Titita, en El Bajío original. “Ella sabe lo que hace”, comentó.