Comer es un acto eminentemente social. Y si algo nos quitó la pandemia fue el contacto con otros. Comer en estos tiempos significa algo diametralmente distinto para muchos que aseguran, por ejemplo, han perdido el interés en sentarse a la mesa y probar algo rico. ¿Qué está pasando con todos ellos?
Hablamos con Blanca Sandoval Campos –una psicoterapeuta oriunda de Nuevo León, a cargo de la RED Psicoterapia y Educación– quien nos explicó las razones que, desde su rubro profesional, podrían explicar este síntoma compartido por algunos.
Un tuit en pleno julio
“Lo peor en esta cuarentena, al menos para mí, no ha sido el encierro: ha sido perder el antojo por la comida. Como porque hay que comer, pero todo me sabe igual. ¿A alguien más le pasa?”
La psicóloga Sandoval considera que sí hay varias razones que podrían poner un poco de luz sobre lo que afirma esta publicación en Twitter. Una de ellas es la de que el encierro y el aislamiento han interferido en nuestros procesos naturales de homeostasis. Especialmente, en dos de ellos: la alimentación y el sueño.
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“A cinco meses de que empezara la pandemia, hemos empezado a seguir patrones nuevos. Muchos tenemos la fortuna de tener un trabajo que se puede cumplir a distancia y, por lo tanto, estamos trabajando más que de costumbre. Nos dormimos más tarde. Nos saltamos comida o comemos demasiado”, asegura ella.
Pero en el caso específico de quienes comen menos o simplemente han perdido la emoción de comer, dice que puede ser por ansiedad (que eventualmente puede ser un síntoma de depresión). Hay quienes no la padecían antes y ahora la empiezan a experimentar; otros la mantenían a raya y ahora mismo está volviéndoles más fuerte que nunca.
La personalidad, en todos los casos, tiene mucho que ver. Tal y como dice la especialista: cada quien tiene un mundo distinto en la cabeza.
Otro tuit, también a mitad de julio
“Quizá hay algo vinculado al placer de la comida que se rompió (¿compañía, charla, hacer pausa en el trabajo?). Mi última nutrióloga me hizo hacer una bitácora emocional sobre mis comidas y cómo cambiaba mi ánimo si estaba solx, acompañadx, con estrés, desveladx.”
Blanca Sandoval dice al respecto que muchos nos desencantamos de la comida porque extrañamos a las personas que nos cocinaban o a las que les cocinábamos.
“Hay quienes añoran los tamales de la tía, los caldos de la abuelita o las sobremesas con la familia. Como ya no hay nada de eso, comer atún de lata a cualquier hora les puede dar igual. Tiene que ver con un pensamiento que explora el aburrimiento de estar solo en casa, no encontrarle sentido a hacer cosas nuevas, no hallar sorpresas en el día a día y sentir que cada jornada es igual a la anterior (y, seguramente, a la que espera mañana).”
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¿Cómo reconciliarse con la comida?
Luego de tomar en cuenta que no se trata de algo que se logre de un día para otro, la psicoterapeuta recomienda empezar a seguir algunos consejos:
– Revalorizar el acto de comer. Por lo mismo, recomienda no hacerlo mientras revisas los mensajes de WhatsApp en tu celular, o al trabajar frente a la computadora.
– Darle tiempo a cada actividad. Una regla desencadenada del punto anterior: si vas a trabajar, hazlo hasta que tengas que comer. En ese momento olvídate de todo y disfruta cada bocado. Hacerlo bien es también un aliciente de tu autoestima y cuidado personal.
– Escúchate, conócete y hazte caso. Identifica qué pasa en tu cuerpo cuando tienes hambre. Por otra parte, reconoce cuando lo que quieres comer es sólo un capricho o antojo que te dará placer al momento, pero no es nutritivo.
– Si vas a ponerte reglas para horas de comida (lo cual es importante, por aquello de hacer rutinas para administrar bien los días de pandemia), escríbelas. Nada como un compromiso al que puedas regresar una y otra vez.
Si has tenido una merma en el gusto por comer, regresa a estos mandamientos para recuperarlo. La pandemia hizo que, como sociedad, nos diéramos cuenta de que hay muchas cosas que aún tenemos que trabajar. Y hablar de nuestra relación con la comida es un eslabón importante de ese proceso.