La hidromiel es una mezcla fermentada considerada la bebida alcohólica más antigua; precursora, incluso, del vino y la cerveza. Para elaborarla bastan sólo tres ingredientes: agua, levadura y miel, aunque se vale agregar frutas, cereales o especias que aportan sabor.
Por: Andrea Vázquez
Esta bebida, que ya se mencionaba en Los Cuentos de Canterbury, Beowulf y en los textos de Tolkien, se puede definir con una palabra: versatilidad. Las hay desde dulces hasta secas, con poca o alta carbonatación y un grado alcohólico que puede variar de un 3.5% a un 19%. Así que para todos los gustos existen opciones.
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Si bien, este fermentado no es nada nuevo en el mundo, sí lo es para la industria moderna de las bebidas artesanales y, aunque es una categoría en sí misma, muchos productores de vino y, principalmente, de cerveza, están comenzando a producirla. Tan sólo en Estados Unidos ya existen más de 250 productoras de hidromiel o mead, tendencia que, sin lugar a dudas, veremos reflejada en México en muy poco tiempo.
La belleza de la hidromiel está en lo natural de su proceso (basta con conocer los ingredientes con los que está hecha). La intención es que predominen los aromas de la variedad de miel con la que fue elaborada. Al probarla, podemos esperar notas a flores y cítricos, una acidez refrescante y rica y un toquecito de taninos, todo cobijado por el alcohol.
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Si estas letras no bastan para sentirse confiados del promisorio futuro de la hidromiel, basta revisar el menú de Noma, donde el afamado
y multipremiado chef René Redzepi ha incorporado esta bebida tan pura, refrescante, y tradicional e innovadora a la vez.
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