Todos tenemos un buen recuerdo con las pop tarts. Este postre estadounidense, que se pusiera de moda en el mundo en la década de los noventas, mientras para muchos de nosotros era el desayuno perfecto, para nuestras madres representaba siempre un dolor de cabeza por una razón importante: mucha azúcar.
Afortunadamente, cocinarlas en casa da la ventaja de controlar mucho más la calidad de los insumos utilizados, así como la cantidad de azúcar con la que salen del horno.
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Hoy te compartimos algunos tips para que logres hacer estas pop tarts de forma muy fácil y con la posibilidad de variar los ingredientes tanto como desees.
- Revuelve en el fondo de un bowl una taza y media de harina con una cucharadilla de sal. Luego adiciona media taza de mantequilla a punto de pomada y una cantidad similar de margarina.
- Incorpora todos los ingredientes, hasta que la mezcla tome la apariencia de arenilla.
- Entibia un poco de agua y agrégala poco a poco a cucharadas. Al final debes contar seis o siete de ellas, dependiendo de la textura que consigas en la preparación.
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- Recuerda que la masa debe ser suave y despegarse con facilidad de tus manos.
- Corta en dos partes iguales la masa, mete cada una en una bolsa y refrigera durante toda la noche.
- A la mañana siguiente saca la masa del refrigerador y divide cada una de las bolas en 8 partes iguales.
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- Deja que se atemperen durante media hora a temperatura ambiente.
- Con ayuda de un rodillo aplánalas y busca que queden con forma de rectángulos iguales.
- Rellénalas con mermelada del sabor de tu preferencia.
- Encima de cada una coloca otra capa de masa aplanada.
- En un cuenco aparte revuelve azúcar glass y leche. Puedes agregar, o no, un poco de colorante y chispas de sabor.
- Barniza tus pop tarts con un poco de clara de huevo. Luego de esto, sólo queda que decidas si almacenarlas para después, o meterlas al horno por 20 minutos, hasta que la parte azucarada de arriba se glasee.
¡Buen provecho!
