La Kombucha, también conocida como té de hongos, es una bebida que tradicionalmente se consumía únicamente en China y otras regiones de Asia, pero recientemente ha ido ganando muchos adeptos alrededor del mundo.
Por: Paulina Salgado
Tradicionalmente se elabora con té negro (aunque también se puede utilizar té verde, blanco y oolong) con azúcar y se caracteriza por estar fermentada con levaduras llamadas Scoby (Cultivo Simbiótico de Bacteria y Levadura, por sus siglas en inglés).
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La mezcla se deja fermentar a temperatura ambiente durante diez días hasta lograr que cambie sus propiedades y sabores por completo. Con el tiempo esta bebida se vuelve más ácida, intensa y burbujeante.
Una vez que la infusión ha logrado el punto de fermentación adecuado, se puede envasar y refrigerar, o realizar una segunda fermentación agregando otras hierbas y especias como limón y jengibre.
Todavía no hay muchos estudios que hablen sobre los beneficios de la kombucha. Lo que sí se sabe es que gracias a los probióticos que contiene ayudan al cuidado de la flora intestinal y a la digestión.
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Debido a que ésta es una bebida ‘viva’ gracias a los microrganismos que la conforman, si no se prepara en lugares con una adecuada higiene puede ser perjudicial a la salud y provocar malestares como nauseas o alergias. Lo mejor es consumir kombucha pasteurizada y con moderación.