Los tianguis fueron y siguen siendo uno de los puntos mercantiles más importantes. La palabra viene del náhuatl tianquiztli, que significa mercado. Y sí, desde el México prehispánico ya se acostumbraban estos centros de compraventa que funcionaban a través del trueque o de un intercambio monetario. La herencia de esos tianguis prehispánicos, mezclada
con las tradiciones europeas, sobrevive hasta nuestros días. Conoce cómo funciona la cadena de abastecimiento y organización de los tianguis.
Por: Andrea Vázquez Azpíroz
Los tianguis se ubican de manera semifija ciertos días y en ciertas calles; la designación puede ser oficial o por los usos y costumbres locales. Algunos de ellos sobreviven desde la época
prehispánica, como el de Cuetzalan en Puebla, Chilapa en Guerrero o Ixmiquilpan en Hidalgo. Y, desde tiempos prehispánicos, han ayudado a dar empleo y sustento a miles de familias.
Aunque un tianguis puede parecer un lugar en donde impera la informalidad y el desorden, lo cierto es que sí hay control, organización de índole laboral y también relaciones de poder. Al ser este tipo de comercio uno de las principales fuentes de empleo, deben de regularse de alguna manera. De hecho, en la Ciudad de México, desde el 2008 se comenzó a trabajar en un programa de reordenamiento y ubicación de los tianguis y en un código normativo que controlara la actividad mercantil, todo a través de la Dirección General de Abasto, Comercio y Distribución.
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La realidad es que todos los tianguis tienen una estructura; hay regulaciones y normas que delinean el trabajo, ya sean formales o informales. Para garantizar el buen funcionamiento de los mismos, existen varias figuras. Por un lado, está el delegado o administrador, que es quien otorga los permisos para los nuevos puestos y organiza las asambleas entre los vendedores. También hay una persona encargada de cobrar las cuotas de manera semanal. Existen los líderes tianguistas, que son quienes se encargan de atender las necesidades de los comerciantes.
En cuanto a los puestos, los hay fijos o transitorios; los primeros se acuerdan con la administración, y los segundos van de un lugar a otro, dependiendo de las indicaciones del líder.
Además, hay vendedores ambulantes, que no tienen un lugar fijo, pero sí se les asigna una zona. Es común también que dueños de puestos contraten trabajadores asalariados, que no son socios, pero que les ayudan en sus actividades.
Pata abastecimiento, existen dos fuentes en la Ciudad de México; algunos dueños de puestos venden los productos que ellos mismos cultivan. Pero, casi todos los vendedores –al igual que los supermercados, las tiendas verdulerías y los restaurantes- consiguen sus insumos del mismo lugar: la Central de Abastos, el mercado más grande de América Latina. Ahí, los vendedores se surten de los insumos que luego revenden, pero eso sí, siempre buscando la mejor calidad.
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Las ventajas de comprar en un tianguis y no en un supermercado, a pesar de que los insumos vengan del mismo lugar, son varias. En primer lugar, ayudan a la economía de tu colonia; además son un espacio para la comercialización de algunos productos artesanales y de pequeños productores que sí bajan de sus comunidades para poner a la venta lo que fabrican o cultivan.
Además, ofrecen una opción laboral para muchas personas que la necesitan y, desde antes de que llegaran los españoles, funcionan como un espacio de socialización, tanto para los vendedores como para los clientes. Así que frecuenta el tianguis de tu colonia; seguramente encontrarás más variedad, mejor calidad y mejores precios que en el supermercado y ayudarás a generar empleos.