El queso cheddar es originario de la campiña inglesa en el siglo XII y desde entonces ha conquistado los paladares más exigentes por todo el mundo. Tiene un sabor distintivo que lo caracteriza y que ha evolucionado desde sus humildes orígenes hasta marcar presencia en los mejores restaurantes. En este artículo haremos un viaje a través del tiempo y los sabores de este queso inglés contándoles su historia y proceso de elaboración.
Origen del queso cheddar
El queso cheddar tiene sus raíces en el suroeste de Inglaterra, específicamente en los condados de Somerset y Devon. Su nombre proviene de la región de Cheddar, un pintoresco pueblo que se convirtió en el epicentro de la producción de este tipo de queso. La historia remonta al siglo XII cuando monjes locales empiezan a fabricar queso en la abadía de Glanstonbury, utilizando técnicas semejantes a las actuales.
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Su proceso de elaboración
El proceso de elaboración del queso cheddar tradicional es algo verdaderamente rico y representativo de la artesanía quesera. Se inicia usando leche fresca de vacas locales, que después es calentado hasta coagular con la adición de cuajo. La cuajada resultante se corta en pequeños trozos, liberando suero y creando una textura granulosa, característica de este queso. La masa de cuajada se prensa para eliminar el exceso de suero, se corta en bloques y los apilan para su proceso de maduración de meses hasta años.
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Llegada del queso cheddar al continente americano
El queso cheddar acompañó a los colonos ingleses que cruzaron el Atlántico buscando nuevas oportunidades en América del Norte. A finales del siglo XVII ellos empezaron a producir este tipo de queso en los Estado Unidos, adaptando sus técnicas de fabricación a los recursos locales. Este movimiento fue fundamental para la popularización del queso cheddar en el continente americano. Nacen fábricas en todo el país haciendo que el queso se convierta en un alimento básico en la dieta de muchas personas además de ser el más usado para acompañar las hamburguesas.
Su industrialización y usos actuales
Con la industrialización del proceso de fabricación se permite una producción a mayor escala, haciendo que el queso cheddar estuviera disponible para un público más amplio. Esa producción no se restringe solamente a los Estado Unidos, sino que llega a otras partes del mundo. Cada país aporta matices únicos a través de sus métodos de elaboración y características de la leche utilizada. Existen variedades de cheddar con texturas desde suave y cremosa hasta fuerte y añejada, para todos los paladares.
La versatilidad del queso cheddar lo ha convertido en un ingrediente fundamental en muchas cocinas desde sencillos sándwiches hasta platillos gourmet. Además, su capacidad para derretirse de manera uniforme lo hace ideal para gratinar y como complemento de muchos platillos. Podemos encontrarlo con diferentes preparaciones como helados o salsas gourmet, pero hay un desafío importante a considerar por la demanda de productos alternos saludables y sostenibles.
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Desafíos actuales para la industria
Los productores están experimentando con leches de cabra y oveja y usan métodos de producción respetuosos con el medio ambiente. También buscan una diversificación de sabores y estilos como ahumado, con hierbas y especias o envejecido en barricas de vino, por ejemplo. Actualmente y como resultado de la globalización y nuevas tendencias culinarias, existe queso cheddar con sabores disponibles para todo tipo de consumidores.