Soy padre de tres: Regina, ya casi una adolescente, Valentina y Aquiles. Mis hijos me mueven: saber que son parte de mí y de Karla, más allá de despertarme sentimientos, le da sentido a mi vida; me inspiran para ser mejor persona y cocinero.
Por Aquiles Chávez – @AquilesChavez
Lo que más disfruto con ellos es compartir las cosas, por eso la mesa se vuelve un pretexto enorme para estar juntos; nuestra vida gira alrededor de ella. De martes a sábado estamos en Sotero y comemos de lo que prepare la mayora; los lunes (nuestro día de descanso), yo me encargo de la comida, al igual que del desayuno los fines de semana. Les gusta que les prepare el omelette Stephanie, un híbrido entre hotcake y huevo con mermeladas caseras. Los domingos, de ley, comemos chilaquiles, nunca los perdonamos.
La cena también la disfrutamos sobremanera, aunque casi no cenamos, pero cuando sí preparamos un fondue, patés, terrinas y carnes frías. Para los chicos abrimos una sidra sin alcohol y para nosotros un vino. Si salimos a comer, pedimos al centro para compartir; nos involucramos en el plato de cada uno y probamos de todo. La mesa es algo serio.
La barbacoa y el mole verde del chef Aquiles Chávez
Los chamacos no son melindrosos, comen de todo, les encanta; mientras más extraño suene algo más les gusta. De hecho, ya saben que después del postre vienen la sobremesa y un café. Quien vaya a nuestra casa está consciente de que no puede pararse de la mesa enseguida del último bocado, pues viene la parte sabrosa de la plática y de reírnos; sin importar el motivo, nos encanta estar juntos.
Nuestros hijos nos admiran y quieren hacer muchas cosas, tal como nosotros. Eso sucede en Sotero, ya que de la escuela se van al restaurante y ahí nos ven, a Karla administrando, y a mí, cocinando, mientras su abuelo atiende a los comensales. Los niños se dan cuenta de todo y sin querer se involucran, preguntan: “Papá, ¿en qué te ayudo?” Rex se mete a la cocina y me echa la mano; de hecho, se lo toma muy en serio, al grado de que quiere estudiar para cocinera; Valentina hace cuentas con su mamá.
Sotero. Restaurante con las raíces de Aquiles Chávez
Por otra parte, aunque Aquiles sólo juega a trabajar, se mete de lleno en su papel de garrotero; se pone camisa, corbata y mandil. Sabe que si atiende bien a las visitas dejarán propinas, gracias a lo cual ganará dinero. Esto lo ha motivado a hacerse de un ahorro con el que podrá obtener, algún día, una casa y un carro. Desea fervientemente ser grande, tener una novia y beber café con ella.
Hay que demostrarle a nuestros hijos cuánto los queremos, esto es primordial para que sean niños sanos física y emocionalmente y para que, cuando sean adultos, se conviertan en personas buenas. Quiero que se sientan orgullosos de sus padres así como yo respecto de mi madre y mi padre; que nos vean como seres responsables, chambeadores y que los aman.