Ella es de Tabasco y tiene sinestesia. Gaby Ruiz tiene la capacidad de percibir estímulos de su entorno como señales que interpreta con sentidos con los que normalmente no se haría: huele notas musicales, ve sabores, siente ingredientes. Es como si tuviera superpoderes.
Por: Ollin Velasco
Probar algo que sale de sus manos implica escuchar pianos, acordes de guitarras, flautas de pan. Por eso su comida en el restaurante Carmela y Sal es armónica, como un concierto bien dirigido. Toda ella mueve fibras. Su cocina canta.
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“Bailar contigo” a cucharadas
Gaby preparó el postre de una cena con muchos platos de mar en honor a todas las mujeres que a diario están en una cocina, y en la que también participaron Betty Vázquez (restaurante Delfín y Jurado de Máster Chef), Lula Martín del Campo (Cascabel) y Naty Toledo (República del Cacao), durante el festival Vallarta Nayarit Gastronómica 2019.
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La tabasqueña cocinó una canción de la banda colombiana Monsieur Periné, llamada Bailar Contigo. Era su interpretación dulce de una pieza que habla de inicio a fin sobre el enamoramiento nocturno de dos desconocidos al ritmo de tambores en la playa.
El resultado, que se tradujo en un bizcocho y crema de coco al vapor, tapioca con rooibos y Bourbon, fue una locura. Hundir la cuchara en el plato aseguraba de vuelta un gusto a Caribe, ritmo y calor. Las texturas eran perfectas. Contrastaban. Hay pocas cosas que se puedan decir y que logren explicar lo único de una experiencia de esta naturaleza, así como lo trascendente que puede ser un plato.
“Ser sinestésica es una de las mejores cosas que me han pasado. Es difícil explicarlo. Pero tuve la fortuna de entender el lenguaje de la gastronomía y poder canalizar por ese medio todo lo que experimento y quiero compartir con los demás”, asegura ella.
Conciertos comestibles
Comerse una canción y, más aún, comprender lo que ocurre en la mente de un chef para trasladar un lenguaje a otro completamente distinto e igual de emotivo, es bastante complejo.
Gaby cuenta que dedicarse a la cocina y el acto mismo de cocinar es de las mejores cosas que le han pasado en la vida, pero que el momento en el que supo que la forma extraña en que percibía el mundo tenía un nombre específico, le cambió el esquema de absolutamente todo.
Entonces la complejidad cobró sentido en su cabeza y detonó 50 mil ideas para aplicar en sus creaciones de todos los días. Además, la chef proviene de una familia de músicos —ella misma, antes de dedicarse de lleno a esto, valoró mucho la posibilidad de hacerse concertista— y todo lo que tenga que ver con ello simplemente le es como un imán.
Por eso no resulta fortuito que su conexión entre platillos y canciones sea tan orgánica. La chef descubrió hace poco más de cinco años, y gracias a su neurólogo, que esa mezcla de sentidos era su hábitat, y desde entonces ha cocinado discos enteros lo mismo de Lila Downs, que de El Kanka, Aleks Syntek y Miguel Bosé.
Lo que hizo con Bailar Contigo fue un espectáculo en sí mismo. Tan fue así, que solo de recordar los sabores del postre uno vuelve a escuchar por dentro la canción.