Arango es reconocido por su privilegiada terraza con vista al Monumento a la Revolución, y claro, por su cocina de raíces, inspirada en los viajes del chef Alejandro Cuatepotzo, quien en cada platillo enaltece el ser mexicano. Pero, ¿qué sucede cuando estos matices se ponen a prueba?
Por: Percival Calderón
Foto: Arango
En GOURMET DE MÉXICO asistimos al lanzamiento de Almond Breeze en México, que se celebró con una cena en este restaurante y donde el reto fue crear un viaje de sabores fundamentado en un ingrediente impensado: leche de almendras.
Entre múltiples personalidades del mundo de la gastronomía y los espectáculos llegó el primer tiempo: láminas de pescado sustentable con cítricos, leche de rosita de cacao y leche de almendras original. Una fusión impensada y contrastante.
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Segundo tiempo y la ansiedad de saber que lo mejor aún estaba por venir: pasta hecha en casa rellena de espinaca y acelga. Crema de calabaza y mantequilla con leche de almendras; y aunque las sorpresas estarían reservadas para el final, la contundencia de la pasta y el toque ligero de la leche dieron mucho de qué hablar en la mesa.
Tercer tiempo. El platillo principal y la verdadera razón de la velada; los pequeños murmullos del salón y las conversaciones se apagaron por un momento y la causa estaba justificada por un tablita de res con salsa de mostaza y leche de almendras acompañada de lechuga braseada. En ese momento las respuestas surgieron y entendimos por qué Arango es una presencia obligatoria en cualquier wish list gastronómica.
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La estructura de la cena, creación de Alejandro Cuatepotzo para la ocasión, nos enseño que es un maestro equilibrista que combina sabores, esencias y texturas con ingredientes insólitos, capaz de crear un menú que matice cualquier velada con elegancia y sofisticación y sobre todo, que cualquier ingrediente es un pretexto perfecto para experimentar nuevas sensaciones.
