Pensar en cocina mexicana implica en algún momento tener en mente a los moles. No es uno. Son muchos. Se trata de recetas que tienen como base chiles, especias, semillas y el toque especial de las manos que las preparan. ¿Sabes por qué deberías considerarlos más como una de las comidas más importantes que definen nuestra identidad?
Los moles son pura complejidad
Técnicamente, los moles son una salsa. Una especialmente compleja. Una en la que no solo hay muchas buenas prácticas heredadas desde hace siglos, sino también una en la que intervienen factores culturales que la hacen especial cada que sale de una cacerola al plato.
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Su historia es larga. Difícilmente podremos rastrear su origen exacto. No obstante, sabemos que muy posiblemente algunas de sus primeras versiones datan de tiempos prehispánicos.
Existen registros de que entonces se le llamaba ‘mulli’ y que era una preparación especial y exclusiva para integrantes de la realeza en las grandes ciudades de aquel entonces.
¿Dónde se hace más mole?
En los estados mexicanos en los que existe mayor disponibilidad de ingredientes para elaborarlo, así como antecedentes de una tradición que los respalda. Es decir: del centro hacia el sur del país.
Muchos piensan que donde se hacen más moles en en Oaxaca. Y tienen algo de razón. Sin embargo, en estados como Puebla, Guerrero, Michoacán o Chiapas, también tienen un arraigo muy fuerte.
Siéntate a la mesa y disfruta de un mole sin pretensiones mayores que conocer las usanzas más deliciosas del lugar donde te encuentras. Seguro te llevas una gran, gran experiencia.