Donald Trump, conocido por su controversial carrera política y su vida de lujo, tiene una pasión que podría parecer sencilla: la comida rápida. Aunque podría disfrutar de cenas gourmet en los mejores restaurantes del mundo, Trump prefiere menús de cadenas estadounidenses para formar parte de su dieta. Este peculiar hábito alimenticio ha sido tema de debate y curiosidad, ya que combina su imagen de magnate con un gusto por la comida al alcance de todos. A continuación, te compartimos sobre las ordenes ideales que hacen feliz al paladar y estómago del que vuelve a ser el presidente de Estados Unidos.
Por: Desiree Perea
Donald Trump y su gusto gastronómico sencillo
Esta preferencia es sin duda sorpresiva para una figura tan polémica como Donald Trump. Aunque puede verse desde la perspectiva de la sencillez, la realidad es que este amor por la comida rápida es más bien por un tema de protección. La política no es un mundo sencillo y eso lo sabe muy bien. Al mantenerse en el ojo público, existe un miedo latente por ataques que pueden hacer hacia su persona.
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En el tema de la comida, el político dice sentirse más seguro, pues nadie realmente imagina que visita dichas cadenas. Aunque ya ha revelado su secreto, no le teme a la comida rápida, por el simple hecho de que ya viene lista; en el lugar únicamente se calienta y se sirve.
Aunque también se manipulan los alimentos directamente en los restaurantes, nada lo ha hecho cambiar de opinión. Ya sea para el almuerzo, la cena y hasta para cenas oficiales, Donald Trump siempre va a decir que sí a la comida rápida. Cadenas como McDonalds, Burger King y KFC se mantienen como sus favoritos. Incluso se han revelado los componentes de su orden perfecta:
- Hamburguesa doble
- Papas fritas
- Refresco de cola de dieta
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La comida rápida es igual de controversial
Aunque su decisión es firme frente al consumo de comida rápida, en un escenario realista, el consumo recurrente de este tipo de comida no es nada saludable. Sabemos que uno de sus mayores puntos a favor es la rapidez con la que la entregan, esto representa un esfuerzo nulo para tener a nuestra disposición una comida abundante para satisfacer el apetito.
Los componentes del diversos menús de comida rápida (sin importar si incluyen pollo, carne o pescado), a menudo contiene altos niveles de grasas, azúcares y sodio. El desequilibrio de dichos elementos, contribuye a problemas de obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares. A esto también podemos sumar la inmensa cantidad de químicos que se añaden, para poder preservar los alimentos por más tiempo.
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Actualmente, la oferta de comida rápida es realmente amplia, y es casi imposible negarse a ella. Lo importante está en considerar una porción justa y un consumo esporádico. La ventaja de esta oferta es que las recetas no son nada del otro mundo, por lo que pueden replicarse en casa. De esta forma, puedes elegir y sustituir ingredientes para lograr un plato equilibrado. Aunque esto parece no importarle mucho al 47º presidente de Estados Unidos.