En el universo tentador de la chocolatería y la pastelería, existe preparaciones que con el paso del tiempo, se han convertido en joyas reconocidas a nivel mundial. En sus respectivas recetas, se encuentra un factor común: los frutos secos. Sin embargo, esto no convierte al gianduja y al praliné en lo mismo. Cada uno posee identidades propias y perfiles sensoriales únicos. A continuación, te contamos a detalle sobre la anatomía de estas exquisitas preparaciones; cada una, ha marcado de manera positiva el rumbo de la repostería.
Por: Desiree Perea
Frutos secos, el punto de encuentro que marca la diferencia entre estas pastas
Tanto el gianduja,como el praliné tienen como protagonistas a los frutos secos. Sin embargo, cada uno permite brillar a piezas diferentes. El primero, se prepara a base de avellanas mezcladas con chocolate; mientras que el praliné utiliza almendras, aunque algunas recetas también recurren a las avellanas.
El lugar de origen es otro de los factores que marcan la diferencia. Aquí es importante hacer la respectiva distinción, pues forman parte importante de su legado culinario. Italia es el autor intelectual del gianduja. Incluir las avellanas fue una decisión apresurada que se tomó debido a la escasez del cacao. Sin embargo, esta decisión resulto es un pasta profunda y equilibrada.

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En cuanto al praliné, tiene su origen en la importante ciudad de Francia. Originalmente, el término “praliné” se refería a almendras caramelizadas. Con el paso del tiempo, el término evolucionó y hoy se presenta como una pasta conformada por frutos secos y caramelo. Algunos expertos mantienen a las almendras como el protagonista incluso en las versiones contemporáneas.
Ambas preparaciones suelen incluirse para aportar sabor y textura a diferentes postres. No es común consumir estas pastas por si solas. Por ejemplo, funcionan como relleno para bombones, tartas o pasteles.
El gianduja y el praliné no son enemigos
El mundo de la repostería es amplio, con el suficiente espacio para que ambas creaciones co-existan. Las diferencias que los identifican, permiten aprovechar sus propiedades al máximo. Es importante reconocer a nivel individual cada una de estas pastas dulces; de esta forma, es posible decidir en qué postre pueden aportar de mejor manera.

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Por ejemplo, la textura ligeramente terrosa del praliné puede funcionar como una textura contrastante en postres con elementos suaves. Mientras que el gianduja, puede hacer la diferencia en preparaciones más secas y firmes, pues mantiene una textura ligera y tersa.
La inteligente combinación tanto en el praliné como en el gianduja respaldan su éxito a nivel mundial. Hoy en día, ambas versiones son realmente apreciadas dentro de la cocina dulce. Las diferencias en su composición y proceso de elaboración hacen mucho más fácil su identificación. Si eres amante de los frutos secos, vale la pena que conozcas a estas joyas de la repostería.