Carrodilla tiene que ser una de los paisajes más impresionantes del Valle de Guadalupe. Las montañas del fondo, con su caídas dramáticas y los viñedos que ondulan en la parte baja hasta incorporarse a la planicie. Todo tiene una especie de valor literario o artístico en sí mismos. Al llegar, uno se siente en un espacio totalmente diferente. Incluso dentro de la dinámica rural del Valle, Carrodilla parece una santuario hecho para premiar a los verdaderos bucólicos.
Por: Desiree Perea
El esfuerzo que mantiene a Carrodilla como una estrella del Valle de Guadalupe
La grandeza de Carrodilla, no está en su tamaño, ni en la ostentosidad de su marca, sino en una calidad mundial que se disfraza en la austeridad y simpleza. Este viñedo, que en realidad es una Comunidad Sustentable, es, por decirlo de alguna manera, el Guillermo del Toro del vino mexicano. Sin hacer mucho ruido o escándalo innecesario, lo están ganando todo a nível internacional, y lo están haciendo desde una visión ambiental sostenible y responsable.
Detrás de todo ello está Fernando Perez Castro, un viticultor que pertenece a una nueva generación que demuestra lo que significa hacer vino en México. Dentro del Valle de Guadalupe, Carrodilla es la única bodega en México con certificación orgánica en campo y bodega. Esto significa que hay una garantía que no se aplica ningún tipo de agente químico. Tanto los procesos agrícolas, como en los procesos de vinificación.
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Esto mismo se ha expandido a toda la finca, Carrodilla empezó en el vino pero el concepto se ha expandido para crear un paraíso agrícola sostenible y respetuosa. El huerto produce verduras orgánicas, la granja leches y quesos artesanales que vienen de vacas felices. Asimismo, las abejas producen miel y los viñedos, las diferentes etiquetas que han sido reconocidas en todo el mundo.
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El viñedo que pone el nombre de México en alto
El fruto de este trabajo se ha visto reflejado en el gran éxito de Carrodilla a nivel internacional. En 2023, en el reconocido Concours Mondial Bruxelles obtuvo tres medallas de oro, una para cada uno de sus monovarietales: el Cabernet Sauvignon, el Syrah, y el Tempranillo. Todos estos vinos son producidos con uvas certificadas orgánicas. Asimismo, obtuvo dos medallas de oro en el prestigioso Concurso Internacional de Bacchus en España por dos etiquetas: Así se va a las estrellas y el monovarietal Tempranillo.
Además, podemos agregar a la lista de reconocimientos el certamen Global Wine. Su Tempranillo 2019 obtuvo medalla de oro y 91 puntos. Mientras que el vino de alta gama “Así se va a las Estrellas” obtuvo 94 puntos además de la medalla de oro. Todo esto consolidando a Carrodilla como un referente mundial en la producción vinícola dentro del Valle de Guadalupe.
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Por otro lado, caminar por esta comunidad sustentable convierte este espacio es un verdadero paraíso. Desde acariciar a los animales, de probar las frutas y verduras, hasta probar la miel fresca. Finalmente, es posible probar un poco de la gastronomía del norte en el restaurante Lunario, liderado por la talentosa chef Sheyla Alvarado.
Ha sido nombrado uno de los 100 mejores restaurantes de América Latina por el World’s Best 2024. Un homenaje más a este espacio que ha privilegiado la tierra y como premio a ello ha llegado a la luna. No es casualidad que su lema sea “que hable la tierra”. Ni tampoco que uno de sus mejores vinos presuma ser capaz de llevarte a las estrellas.