En una ciudad tan grande y caótica como la CDMX, los sitios para desafanarse de todo el estrés que implica la vida diaria son pocos. El Nido es uno de ellos.
Se trata de un huerto urbano en una azotea de la colonia Del Valle, donde se venden brotes, flores comestibles, hierbas aromáticas y hortalizas, y en el que también se llevan a cabo experiencias gastronómicas que incluyen vino y destilados.
Subir a El Nido es una vivencia única, en la que la contemplación de las plantas que crecen en ese techo se complementa perfectamente con los talleres de huertos urbanos que dictan, así como con las catas de vinos con plantas; o las de destilados, chocolates y hasta aceites de oliva.
Según Pilar Álvarez, quien es sommelier, así como una de las dueñas y fundadoras del proyecto, El Nido también expende brotes y flores a restaurantes –en 2019 fue proveedor de Master Chef–, y ahora también tiene su espacio disponible para alguna intervención que un chef quiera hacer en él.
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Hacer germinar a una familia
Pilar cuenta que el origen de su proyecto fue bastante inesperado. Que comenzó con una vaga idea de ayudarle a su padre a pasar mejor sus tiempos libres, pero que terminó siendo una salvación anímica y física para ella y su madre, Lucía Jasso.
“Mi mamá tiene un lugar muy importante en esto. Al principio, mi papá residía en Sinaloa y tuvo el deseo de venir a la CDMX a vivir. Entonces ella y yo pensamos que una gran idea para que él disfrutara su tiempo libre era que cultivara algunas plantitas. Finalmente, se quedó en Sinaloa, pero a nosotras dos se nos quedó la cosquillita de poner un huerto”, recuerda Pilar.
Ambas empezaron a hacer pruebas en 2017. Luego una hermana de Pilar tuvo un embarazo de alto riesgo, su mamá se mudó para poder cuidarla, y finalmente a ella le detectaron cáncer.
“Fue una época muy fuerte para todos. Mi hermana logró tener bien a su bebé y nos enfocamos en que mi mamá estuviera bien luego del diagnóstico. El Nido, en aquel entonces, fue algo que le ayudó a salir de la cama después de estar en tratamiento”, dice Pilar.
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Después de un tiempo, la salud de la mamá mejoró mucho, sanó y pudo estar de forma normal en casa. Pilar y Lucía cuidaron de su huerto en la azotea del edificio, y con el paso de los meses éste comenzó a crecer y llenarse de colores.
El lugar finalmente empezó a cobrar forma, y a tener más potencial de rentabilidad. A Pilar se le empezaron a ocurrir más ideas, y decidieron poner una mesa, sillas, una cocina. Después llegó la pandemia y todo paró, menos el crecimiento de su jardín.
Hoy El Nido es una selva a cielo abierto, en la que abundan flores, chiles, berenjenas, mandarinas y retoños de cerca de 30 especies vegetales diferentes. Incluso tienen un hospital de abejas construido por ellas, en el que propician que estos polinizadores tengan un sitio de descanso mientras se reponen para seguir haciendo su labor.
Si algún día vas a dicho sitio, asegúrate de probarlo todo. Los sabores que crecen en esa azotea son bastante sorprendentes, especialmente si los pruebas con un vino.
El Nido
Dónde: Heriberto Frías 1109, colonia Del Valle, Benito Juárez, CDMX.
IG: @elnidocultivandovivencias