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¿Cuánto cuesta la cocina mexicana? Las tres duras verdades a meditar

Por: Colaborador 24 Jun 2021
¿Cuánto cuesta la cocina mexicana? Las tres duras verdades a meditar
¿Sabes realmente el valor de la comida de tú mesa? Lalo Plascencia nos narra las tres duras verdades sobre el infravalorado costo de la cocina mexicana.

Un generoso plato fuerte a seleccionar de entre 10 opciones: sopa o pasta del día, agua de frutas de temporada y tortillas de maíz morado a mano con servicio ilimitado, postre y salsas en mesa. Todo por 35 pesos, en el mercado central de Xalapa, Veracruz. Un pan francés de horno de leña relleno de lechón –cocinado bajo estrictos cánones yucatecos–, xnipec y chile en polvo, por 30 pesos, en el mercado de Santa Ana, en Mérida, Yucatán. Un tamal de frijol criollo con hoja de aguacate envuelto en hoja de papatla, por 5 pesos, en Zacatlán de las Manzanas, Puebla. Una empanada de sesos de cerdo en adobo de guajillo y hoja santa, durante el día de plaza de Zaachila, Oaxaca, por 12 pesos.

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Fotografía cortesía de Pexels

Por: Lalo Plascencia

La lista sigue hasta cansar y revela tres grandes verdades de la cocina mexicana tradicional (sí: esa exaltada en documentales, patrimonializada, y ahora de moda entre las nuevas generaciones). Primero, que la diversidad culinaria de este país es más grande de lo que imaginamos; evoluciona todos los días, se adapta a las condiciones ecológicas contemporáneas y aún expresa puntualmente notorias diferencias regionales.

Segundo: es tan mal pagada, que resulta violento y doloroso. Sin deseos academicistas, para explicar este fenómeno se requieren muchas horas para apenas reconocer la complejísima madeja de contradicciones que implican México y su historia.

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Después de muchas lágrimas, literales y metafóricas, por la evidente circunstancia económica de la cocina mexicana tradicional, viene la mayor de las revelaciones: es un problema de raíz, más de fondo que de forma; un nudo gordiano que se resiste a encontrar su propia respuesta y en el que unos viven atrapados o mortalmente sofocados, pero en donde definitivamente nadie se encuentra a salvo.

Un país de gran diversidad

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Fotografía cortesía de Pexels

Somos un país de extrema riqueza geográfica, cultural, e histórica, manifestada en las diferentes cocinas del territorio con ofensivos niveles de injusticia e inequidad social para quienes las ejecutan. Hoy somos actores y testigos de la época con mayor difusión de los valores culinarios nacionales y es cuando el maíz morado orgánico se paga a 3 pesos el kilo en poblados de la sierra Tarahumara de Chihuahua; cinco de cada 10 chiles en los mercados mexicanos son extranjeros; las semillas originales de decenas de calabazas, frijoles y tomates están casi extintas; en Polanco, de la CDMX, un taco de aguacate se paga en 50 pesos o un plato de hongos de temporada en más de 400, mientras que en Michoacán y Estado de México (origen del aguacate y hongos, respectivamente) los productores o recolectores pasan penurias económicas.

Nadie es directamente culpable, pero todos somos responsables por contribuir, desde la desinformación, la inconsciente formación académica, la deficiente investigación de campo, y la prepotencia de la pose pública por encima de las auténticas intenciones filosóficas. Muchos nos hemos desviado del camino y dejamos de observar a la gastronomía como un motor de transformación social. Pero también, sin fatalismos ni esperanzas vanas, hoy más que nunca debemos hacer a un lado la muy trillada discusión sobre la grandeza culinaria nacional, y abrir el debate sobre nuestro papel en la amplia cadena de valor sin miedo a aceptar que frecuentemente seremos inútiles ante el mar de problemas llamado México.

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Es urgente saber cuánto cuesta realmente la cocina mexicana para evitar mayores fugas y extinciones de capital, productos y técnicas. Es necesario saber más para ignorar menos y, con ello, guardar esperanza en mover un poco la muy oxidada –pero funcional– forma de hacer, comercializar y comprender la cocina mexicana.

 

Lalo Plascencia es cocinero e investigador gastronómico, fundador de CIGMexico. Promotor de los Chiles Secos como Sexto Sabor. Miembro de la Académie Culinaire de France. Formador de 2 mil profesionales, con 120 conferencias en 10 años de carrera.

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