Imagínate: fin de semana, calorcito, aire libre y despreocupación; ¿el maridaje perfecto? un vinho verde. Este vino, más o menos desconocido en el territorio mexicano pero reconocidísimo en su patria, Portugal, sabe (metafóricamente, por supuesto) a felicidad y bloqueador solar.
El vinho verde, que no es de color verde, es producido la región portuguesa de Minho; la denominación de origen abarca la zona entre los ríos Douro y Minho. Ahí, el clima fresco y lluvioso, dificulta la maduración de las uvas tintas, por eso, casi todos los vinhos verdes son
blancos; se elaboran con las variedades Alvarinho (sí, Albariño), Arinto, Azal, Avesso, Loureiro y Trajadura. Claro, también se producen algunos tintos, conocidos regionalmente como vinhao, y algunos rosados.
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Los vinhos verdes blancos, que podemos encontrar con asombrosa facilidad, tienen una acidez rica y refrescante, aromas súper frutales, alcohol bajito (entre 9 y 11°) y una sutil carbonatación, que se logra en una parte del proceso de elaboración que se llama fermentación maloláctica, o que puede ser añadida cuando el caldo reposa en los tanques de acero inoxidables.
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Todas estas características hacen del vinho verde una gran opción para maridar con albercas y días de campo: su nivel tan bajito de alcohol facilita que pueda beberse solo. Gracias a su acidez, es un vino muy versátil, y su carbonatación ayuda a limpiar el paladar. También va perfecto con ensaladas, pastas y pizzas de vegetales, sándwiches ligeros y, por supuesto, una tarde de libros o películas.