Por: Paulina Salgado
Para Gabriela Cámara la comida significa la posibilidad de compartir, comunicar y apapachar. Desde niña aprendió la importancia del cuidado de la tierra y de cada agricultor y productor que trabajan día a día para llevar los mejores ingredientes a la mesa de nuestros hogares.
Actualmente, es una exitosa empresaria que tiene bajo su responsabilidad once restaurantes. De los más importantes están, Contramar en la CDMX y Cala en San Francisco, restaurante en el que el 70 por ciento de los empleados son exconvictos.
“Para mí los restaurantes son restaurativos. Ayudan a reconfortar el alma y el espíritu. Son lugares en donde la gente se puede sentir cómoda, consentida y feliz.” Explicó Gabriela.
Ella nunca imaginó que abrir su primer restaurante hace 20 años la llevaría hasta San Francisco. Fue en California donde Gabriela Cámara vio un área de oportunidad para llevar los sabores de México y gracias a una amiga surgió la idea de contratar a personas que habían estado en la cárcel.
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Desde su perspectiva, aproximadamente de unos diez años a la fecha el interés de los estadounidenses por la comida mexicana ha ido en aumento.
En Cala, los platillos son un manjar visual y de sabor, uno los más famosos es la tostada de trucha con mayonesa chipotle y poro frito, pero para Gabriela un imperdible es el camote a las brasas con salsa de chiles mecos y médula de res. “Es uno de los platillos emblemáticos”.
También nos comentó cuál ha sido el reto más grande que ha tenido en Cala: “Pienso que la parte más complicada es capacitar al personal. Entrenar y enseñar a la gente no es una tarea fácil. Hay personas que desafortunadamente vienen de zonas tan marginadas qué no comprenden ni siquiera el concepto de un restaurante. Por ejemplo no saben diferenciar entre un agua con o sin gas. Y el proceso de capacitación puede tardar semanas o meses.”
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La empresaria nos explicó que por esta situación la mayoría de los expresos suelen ser hostess o meseros y son pocos los que deciden trabajar en el área de comida. Pero que le llena de orgullo conocer casos de éxito, personas que comienzan como lavalozas y que con el paso del tiempo se integran al equipo de un chef.
La respuesta de los comensales ha sido positiva desde la apertura de Cala en Octubre del 2015. Sobre las críticas negativas por contratar a exconvictos, Gabriela dique que “afortunadamente el público ha sido muy abierto con el tema”. “Pienso que en San Francisco hay una gran consciencia social. Y si hay personas que están en desacuerdo supongo que ni quieren pisar el restaurante.”
Ella recomienda visitar todos los restaurantes que están haciendo una labor social más allá de cocinar bien. Restaurantes que apoyan el trabajo local y que se preocupan por todo su personal. “Hay que cuidar nuestras tradiciones. Ya es tiempo de resaltar la comida nacional y la gran riqueza que tiene nuestro país”.