Pixza es un emprendimiento social que elabora pizza de maíz azul con guisados muy tradicionales. A través del alimento busca empoderar a jóvenes sin hogar.
El maíz es un ingrediente que es parte importante de la esencia mexicana que ha marcado y transformado vidas. Tal es el caso de Pixza, una cadena mexicana que elabora pizza de maíz azul con guisados muy tradicionales de nuestro país.
Por Roxana Zepeda.
Esta empresa se autodefine como un proyecto de empoderamiento social disfrazado de pizzería, pues contrata a jóvenes sin hogar o en abandono social y les da una nueva oportunidad de vida.
Alejandro Souza es el creador de Pixza y cuenta que, al inicio, crear una pizza de maíz azul no fue una tarea fácil, pues tuvo que hacer muchos experimentos para mezclar el maíz con harinas y otros ingredientes sin alterar su esencia, pero al mismo tiempo necesitaba una masa lo suficientemente elástica para lograr la consistencia de la pizza.
Después de mucho trabajo y pruebas, encontró la fórmula perfecta para crear este novedoso concepto.
El fundador de este emprendimiento nos cuenta que tuvo la idea cuando vivió en el extranjero y extrañaba la comida mexicana.
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Por ello, este restaurante utiliza ingredientes locales para todas sus creaciones. Cada pizza tiene su base de maíz azul y algún guisado mexicano; hay, por ejemplo, pizzas de flor de calabaza con huitlacoche, de cochinita pibil con cebolla morada, de cecina enchilada, de carne al pastor, de chorizo con queso, de mole, de mixiote y de chapulines.
Pixza contrata a jóvenes de entre 17 y 27 años que han sido abandonados o viven en situación de calle y no tienen los medios para salir adelante. En esta empresa les ofrecen un trabajo formal y les dan un año para convertirse en los encargados de una sucursal de la pizzería.
En este periodo deben aprender a desarrollarse social, emocional y laboralmente. Además, deben poner en marcha un plan de vida personal y profesional, todo esto con ayuda de un terapeuta.
El objetivo es que los jóvenes logren una vida independiente después de trabajar en Pixza, al nivel de tener su propio hogar y dejar de vivir en albergues o en las calles.
Al llegar a estas pizzerías, sus empleados se dedican a crear y vender una nueva Pixza con ingredientes mexicanos. Cada joven hace una lista de cosas que necesita para amueblar su hogar y lograr su independencia; a través de redes sociales, la gente que sigue a Pixza puede aportar algo, donar o regalar alguno de los objetos que están en la lista. Estas personas reciben premios y recompensas por parte de los jóvenes que ayudan, que van desde servicio comunitario personalizado en horas de trabajo (ayudar en alguna tarea del hogar o hacer un recorrido por los lugares donde viven).
Después de trabajar un año en Pixza, los acompañan en el proceso de tener una segunda oportunidad laboral para que puedan mejorar su calidad de vida, seguir manteniéndose por sí mismos y progresar profesionalmente.
Los consumidores finales también pueden apoyar este proyecto. Por cada pixza que compres, este emprendimiento entrega una pizza gratis para alimentar a jóvenes en albergues o en situación de calle. Ésta va acompañada de una oferta de trabajo para estas personas.
Si también buscas aportar un granito de arena más personal, cuando termines de comer tu pizza puedes escribir en una hoja un mensaje para las personas que recibirán esta Pixza gratis y la oferta de empleo que los hará volverse económicamente productivos.
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No todos los jóvenes que reciben una pizza gratis y una oferta de empleo terminan trabajando en Pixza. Para llegar hasta ahí deben pasar por un arduo proceso personal que implica una sincera decisión de cambio.
En una primera etapa los jóvenes deben ofrecer servicios a la comunidad para apoyar en su reinserción social, además de que se vuelvan a relacionar con la gente y sus comunidades. Ellos deben aprender a dar y no solamente recibirlo todo.
Después comienza la transformación física; cada uno recibe un corte de cabello, un baño y una playera nueva. También se les da asesoría médica y algunos cursos para ayudar a desarrollar sus habilidades al relacionarse.
Luego de esto, llega la oferta de trabajo formal, en la que los primeros seis meses los jóvenes son evaluados en todos sus aspectos para ver sus posibilidades de ascender a un mejor puesto. También los capacitan para replantear su proyecto de vida a futuro, reciben desde cultura financiera, hasta cursos de gastronomía, computación y otras materias necesarias para la vida.