Por Luciana Cacciaguerra
En estos momentos, la vida a nivel mundial se ve totalmente trastornada por un evento tan grave como la epidemia de coronavirus. ¿Cosas del karma colectivo? ¿Cosas del ciclo vital natural del planeta? O tal vez, ¿cosas de elevación energética espiritual para que la humanidad evolucione? No sabemos si todas o ninguna, pero lo que sí sabemos es que todo quedará grabado en nuestras mentes a través del dolor, y a través de las expresiones que conjuntan pandemias y arte.
De hecho, no es la primera vez en el mundo que una epidemia, pandemia o calamidad quedan moldeadas en los diferentes tipos de creación artística, especialmente en la literatura y la pintura.
Ya hace 100,000 años en la Era Paleolítica hablamos de epidemias. Después, hace 5,000 años en Suecia. Y luego con la peste de los hititas en época del Rey Mursilis II (1321 – 1295 a.C.). Por supuesto, el Antiguo Testamento hace referencia a la peste, así como los textos profanos de la antigüedad, como los de Plutarco y Tito Livio.
Pandemias y arte descritas en la antigüedad
La epidemia en la antigua Grecia en 428 a.C. fue detalladamente descrita por Tucídides en su obra La Guerra del Peloponeso. Al igual que la peste de Egina que Ovidio narra en su tratado Metamorfosis durante el Imperio Romano con el cólera, la viruela y otras tantas, tan graves y exterminadoras como las otras.
Licaón transformado por Zeus de Hendrick Goltzius para una edición de Metamorfosis de Ovidio
La primera pandemia registrada oficialmente fue la de Bizancio por Procopio de Cesarea, escriba del tiempo de Justiniano en 540 d.C., que redujo a su población en un 40%.
Otras manifestaciones de pandemias y arte en épocas antiguas tienen que ver con la gran Pestilencia Amarilla o hepatitis que marcó a Inglaterra en el año 550 d.C. Sin olvidar los siglos que duró la Peste Negra especialmente en toda Europa, cuna del arte en los siglos XIV y XVII, para seguir su lúgubre avance con la viruela en las Américas y en China en 1860, la polio en Estados Unidos en 1933 y finalmente en tiempos modernos con el HIV en la década de los ochenta hasta llegar tristemente al COVID-19 de hoy.
Mural del artista callejero italiano Laika, que presenta a Sonia, la propietaria del restaurante Hang Zhou en el distrito de Esquilino, más conocido como el Barrio Chino de Roma. El mural aborda la ignorancia y la xenofobia que rodean al COVID-19. Sonia, vestida con un traje quirúrgico blanco y una máscara facial, tiene una burbuja de diálogo que dice (en italiano): “Hay una epidemia de ignorancia … ¡debemos protegernos!”.
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La pintura en tiempos de epidemia
Sabemos que el arte es una manera personal de ver el mundo, de darlo a conocer, de expresar lo que somos interiormente. También, es una forma de contar la historia, sus miserias y sus logros. Precisamente la pintura nos ha dejado en herencia muchos cuadros donde hemos visto reflejadas las devastaciones de las llamadas “pestes” que se propagaron en cada época. Los artistas que vivieron esas etapas históricas utilizaron su hervor mental, sacaron a flor de piel su sensibilidad hacia el impacto emocional y aumentaron su creatividad para representar todas las facetas del dolor y la desesperación que causaron dichas epidemias, que se llevaban a la tumba a cualquiera, fuese rey o plebeyo, en medio de sufrimientos inenarrables.
Expertos en su arte y con un gran de poder de observación, eran los únicos artífices que podían dejar plasmadas caras y cuerpos que hablaban del terror y la tortura física y emocional que cargaban los afectados. También, retrataban la profunda tristeza, desesperanza y desorientación que embargaban a los que quedaban. Se convertían en cronistas directos de los acontecimientos, como primeros fotógrafos de sus tiempos; periodistas inconscientes de épocas oscuras.
Obra de Luigi Vacca (Turín, 1778-1854) inspirada en la pandemia de 1630
Las ilustraciones de la antigüedad, los cuadros renacentistas y las obras más contemporáneas tuvieron una potencia emocional y visual que grabaron a fuego el estremecimiento en los ojos de los espectadores. Toda esta enorme presión sirvió para que las técnicas y colores evolucionaran.
El sevillano Bartolomé Esteban Murillo, a mediados del siglo XVII, representó la desolación que dejaba la peste en Andalucía -la cual de paso se llevó a cuatro de sus hijos-.
El pintor flamenco Pieter Brueghel el Viejo representó la oscuridad de los muertos andantes y las calaveras que se encontraban por doquier durante la Peste Negra, en un famoso cuadro titulado El triunfo de la muerte. En él, enfatiza en sus detalles que el mismo rey moría igual que el siervo de al lado, esto para remarcar que la justicia divina o la muerte no hacían diferencias sociales.
El pintor flamenco Anton Van Dyck se muda a Sicilia precisamente cuando estalla la peste y dedica varias obras al milagro que supuestamente obró la santa protectora de Palermo, Santa Rosalía, al cesar esta calamidad después de la procesión que la ciudad hizo en su honor, poniendo así el arte al servicio de la adoración religiosa.
Peter Paul Rubens retrató a San Francisco Xavier curando de la peste a los enfermos y mirando hacia el Cielo, como a significar que solo Dios podía salvarlos.
Tintoretto es otro de los famosos pintores que expresó pandemias y arte en 1549, con un enorme lienzo titulado San Rocco sana a los pestilentes. La escena presenta a los enfermos de peste quienes, llenos de sufrimiento, miran hacia el santo esperando su ayuda. Es aquí que vemos cuán importante era para los artistas representar el apego a una fe o a la creencia en Dios como Todopoderoso, reafirmando las bases de la Iglesia.
Quien mejor representó el horror de la epidemia napolitana fue el moldeador de cera siciliano Gaetano Giulio Zumbo. Autor de cuatro espantosas plásticas en cera de colores, Los teatros del tiempo, dio rienda suelta a un realismo violento y hasta morboso con la idea de que los espectadores sintieran en carne propia esta grave situación.
El arte musical, la miel del alma
Literatura como expresión de calamidades
Esta expresión artística también fue un terreno muy fértil y nos dejó miles de obras sobre el tema. El famoso poeta y filosofo italiano Francisco Petrarca perdió a su amada Laura precisamente por la peste, y lo expresa en un pasaje de su libro El Cancionero, rezando desconsolado: ”Yo luché en mi juventud con una intensa pero constante y pura unión, y habría luchado mucho más tiempo, si esa llama no hubiera sido extinguida por la muerte prematura y amarga”. Palabras que realzan el dolor tan profundo que cualquiera podía sentir por la perdida de un afecto y que quedaría impreso en la mente y el corazón humano.
Aunque parezca un contrasentido, el mismo Giovanni Boccaccio en su Decameron, cuyo contenido son los cuentos de siete personajes degenerados que combatieron la peste dándose al libertinaje, hace una crónica detallada de lo que es la peste. Los síntomas, los cadáveres llenando calles y casas, los médicos desesperados, los aprovechadores vendiendo talismanes y amuletos milagrosos, los que robaban las pertenencias de los que morían, las acusaciones hacia los judíos.
En este contexto, Boccaccio se transforma en un analista psicológico y sociológico del ser humano frente a una calamidad tan grande y prácticamente invencible, que quita toda esperanza de futuro y cuyo comportamiento es simplemente llegar a desbordarse sin límites en todas sus pasiones, maldades e indiferencia hacia el sufrimiento ajeno, el prevalecer del egoísmo, la falta de misericordia y por último burlarse de la muerte que acecha.
Decameron de Bocaccio con ilustraciones de Master de Guillebert de Mets y Master of Mansel
Los artistas nunca podrán sentirse indiferentes ante lo que ven. Su fuerte necesidad de representarlo es lo que los encamina a completar las obras para desahogar sus propios miedos pero, también, para dejar un testimonio histórico de cómo se viven esos trances.
El arte se volvió una fuerte voz de denuncia contra las injusticias del mismo hombre hacia sus semejantes cuando entonces, y ahora también, se llenaban de frialdad y avidez aprovechándose de situaciones tan funestas. La relación entre las pandemias y arte representa la desesperación que causaba en la gente no poder combatir esas calamidades, reflejando el sufrimiento físico y moral que vivían quienes eran atacados por la enfermedad.
Así, las expresiones artísticas se volvieron una verdadera crónica ilustrada y narrada de las épocas más oscuras del hombre en todos los sentidos, ayudando a exigir más sensibilidad humana hacia el dolor de la muerte, de todo el contorno moral y la necesidad de desarrollar nuevas estrategias frente a estas calamidades masivas, como sugiere la historiadora Laura Malosetti.
Mural de Pony Wave en Venice Beach / Gettyimages
Es de augurarse que el arte siga ayudando al mundo como siempre ha hecho, a mover la consciencia humana para sentir más responsabilidad colectiva, tolerancia y generosidad. De esta forma, la comunión entre pandemias y arte se vuelve un verdadero instrumento aleccionador a través del cual todos aprendemos la solidaridad como el propio efecto mariposa. En estos momentos en los que el mundo enfrenta de nuevo una grave pandemia, el arte y el artista serán una vez más los observadores y críticos del comportamiento de la humanidad.
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