Por Michelle López
Hoy se apaga una de las grandes luces del mundo de la moda y la cultura popular. La muerte de Karl Lagerfeld deja un enorme vacío en el trabajo con la belleza pero también un legado inolvidable.
Arte y comida
La relación de Karl Lagerfeld con la comida era única. A principios de siglo, cuando tomó fuerza la oleada de exigir variedad de tallas para que las prendas se ajustaran a los distintos tipos de cuerpos, Lagerfeld decidió hacer lo contrario: moldear su cuerpo para acomodarlo en los trajes diseñados para figuras jóvenes y esbeltas. Lo logró. El diseñador llevaba más de diez años sin consumir azúcar procesada.
Contrató un médico especializado que lo llevó a una pérdida notable de peso, mismo que jamás recuperó, y le diseñó un nuevo estilo de vida culinario. Su régimen alimenticio es tan famoso que incluso se publicaron libros con la “dieta Lagerfeld”: mínima cantidad de grasas y azúcares, variadas proteínas magras, frutas y verduras, y una evaluación periódica para reajustar según sus necesidades de vitaminas. El desayuno incluía dos batidos de proteína, frutas hervidas y los periódicos del día; Lagerfeld mismo reconocía que tenía pésimo humor en las mañanas y que según lo que leyera en los diarios lo más probable era que empeorara.
Eso sí, Lagerfeld disfrutaba la belleza de algunos de los mejores restaurantes parisinos, como Maison du Caviar y Orient Extrême, pero sólo por la exquisitez de su estilo francés y por su conexión con las grandes monarquías del país. Para Lagerfeld, un restaurante era un objeto estético en sí mismo, para apreciar por sus líneas, diseño, inspiración y las sensaciones que cada uno evocaba.
Choupette Lagerfeld, placer puro
Quien jamás ha rechazado las cosas buenas de la cocina es Choupette, la gatita birmana que durante ocho años fue la compañera más fiel de Lagerfeld. El nombre completo de su raza es Sagrado Gato de Birmania, y vaya que Choupette ha vivido acorde con su título. Ella come en vajilla de plata y siempre compartió la mesa con su humano. Eso sí, jamás se le vio en campañas publicitarias de comida, pues según el mismo Lagerfeld ella es demasiado sofisticada para eso. Su vida siempre ha estado dedicada al goce, y la comida no es excepción.
Dado que Choupette nunca estuvo sujeta al rigor alimenticio de Lagerfeld, se da el lujo de disfrutar cualquier delicia culinaria. Entre sus platillos favoritos están el paté y las salsas de pavo y pescado, además de que es amiga de los mejores chefs de París – en lugares como Café de Flore o Le Voltaire le preparan menús creados y nombrados por ella, desde un club sándwich deconstruido hasta un coctel de aguas que mezcla Chantemerle con otras aguas de Inglaterra, los Alpes, Inglaterra y Suecia, creado para ella en Colette’s Water Bar. En las ocasiones especiales tampoco se priva de caviar o pollo con espárragos.
Así era Windows on the World, el restaurante de lujo de las Torres Gemelas
Lagerfeld creó una nueva forma de apreciar el arte en moda y estilo, pero también fue inspiración para más de un deseoso de perfección física. Mientras tanto, Choupette, quien le sobrevive y hoy se convierte en la gatita más acaudalada del mundo, seguirá siendo un icono del buen vivir y el mejor comer.