Eso de que los suecos sean calladitos, es mentira. Basta una taza de café (kaffe), un pastelito dulce (kaka) y un lugar confortable donde hacer una pausa en compañía (kompis) para que ellos se suelten a platicar. Así es como ocurre la fika, un momento para socializar.
Por Karla González Ramos @diparole
En mi viaje por Estocolmo hace unos meses, me llamó mucho la atención el silencio en el metro y en otros transportes públicos, era tan parecido como estar en un museo. En los vagones, las personas se observan entre ellas e interactúan con la mirada sin hablar necesariamente.
Como buena latina, me causó un poco de ansiedad tanto silencio, pensé que eran demasiado callados, sobre todo porque nosotros no estamos acostumbrados a esos silencios en espacios públicos. Imagínense la estación de Metro Barranca del Muerto en hora pico en silencio. Sin embargo, recorriendo la ciudad, me percaté que todas las cafeterías estaban siempre llenas, personas de todas las edades que tomaban café, comían algo dulce y hablaban por horas con otros comensales.
No fue hasta ese momento que entendí el significado de fika, que es la forma más común, casi institucional que utilizan los suecos para socializar. Es una pausa para tomar un café y algo dulce en compañía para platicar.
Empecemos por decir que la palabra Fika proviene de la palabra antigua que se utilizaba para llamar al café: Kaffä o kaffi que en su combinación dieron origen a una de las palabras favoritas de este país Nórdico.
Este ritual comenzó varios siglos atrás, con cafeterías donde mientras los hombres se reunían a platicar y tomar un café, también las mujeres lo hacían pero en casa de otras mujeres, charlando, compartiendo café y horneando los siete pasteles o galletas diferentes que debían servirse durante la Fika, así que imagino que las suecas de esos tiempos se lucían para hornear y llevar sus mejores creaciones culinarias.
Se convirtió en un ritual tan importante, que en 1945 salió a la venta el libro “Los siete tipos de galletas” (Sju Sorters kakor), una publicación que a la fecha es el libro más vendido en la historia de Suecia.
Simplemente ser
Tuve varias oportunidades para experimentar en carne propia los beneficios de la fika en mi viaje por Suecia, tanto en casa con la familia de mi novio, como en otros lugares de la Ciudad como el Centro Histórico Gamla Stan, donde cobijados por una mantita proporcionada por el local, y un delicioso kanelbullar (rol de canela) entendí la importancia que le dan a esa pausa para tener un tiempo de calidad con las personas, es un momento para disfrutar, endulzar el paladar, escuchar y compartir, es como estar presentes sin pensar en el tiempo, además de relajante, lo cierto es que permite hacer una pausa que proporciona calorías para tener energía durante el día, sobre todo porque el clima en el Norte de Europa es generalmente frío.
En el trabajo, la familia, los amigos y los amores
La fika es tan importante que es casi “obligatoria” en las empresas, donde usualmente los empleados tienen un espacio confortable equipado para hacer estas pausas, las cuales permiten un descanso mental y socializar de forma informal con los y las colegas, así como para disfrutar un café y comer algo dulce.
Pero no solo en la oficina o en las cafeterías del centro, también en casa se hace fika con la familia y con los amigos. Como dato curioso, los suecos en promedio pasan 16 minutos al día tomando café con otros ya sea en la oficina o con la familia y los amigos. La hora más común para hacer fika es entre las dos y las tres de la tarde, aunque depende de las preferencias de cada uno.
En el Fikarapporten 2016, un estudio realizado por Gevalia, una importante compañía de café en Suecia, reveló que los hombres hacen más fikas al día, pero las mujeres hacen las pausas más largas. Otro dato curioso es que en general a los suecos no les gusta decir que van a tener un date así que todo el rollo de salir con alguien comienza siempre con una fika, un cafecito casual sin mucho enredo.
En su libro La Cocina Nórdica, Magnus Nilsson, chef y autor del libro, comparte la rutina que tenía su padre que vivía en el Norte de Suecia, la cual incluye al menos cuatro fikas al día, con colegas, amigos y familia. Sin embargo, comenta que aunque la importancia de dicho ritual sigue siendo relevante en Suecia, las generaciones actuales (los que nacieron después de los años ochenta) la han adaptado a las exigencias laborales actuales, por lo que en general hoy en día se hacen dos pausas al día, con las cuales los suecos siguen siendo uno de los países de mayor consumo de café del mundo, después de los finlandeses.
Otras partes del mundo
La última fika que hice fue hace unas semanas con una amiga sueca proveniente de Gotenburgo con quien compartí un rico cafecito en Bologna, donde vivo actualmente. Uno de los mejores lugares para hacer fika en Bologna es el Pappare pues es muy acogedor, tienen un pan dulce fantástico y el café es de gran calidad.
Estuvimos platicando por horas (les digo que no son tan calladitos) y mientras, compartíamos un par de roles de canela. Ella me contaba que lo que más extrañaba de la fika tradicional, ahora que vive en Italia, era poder compartirla con sus personas queridas, así como saborear los postres y dulces tradicionales que acá no es tan fácil encontrar.
En Nueva York, hace ya 10 años abrieron la cadena Fika la cual que pretende llevar este ritual a una de las ciudades más eclécticas del mundo y actualmente cuentan ya con tres restaurantes. En México también se puede hacer fika en la Colonia Roma en la calle de Guanajuato 53, donde encontrarás un acogedor rinconcito sueco, donde hacer una pausa deliciosa y puedes probar los famosos roles de canela y otras especialidades.
Donde hay fika, hay vida
El amor de los Suecos por la fika me hace reflexionar mucho sobre los ritmos de vida en las grandes ciudades; no nos caería nada mal resignificar del ritual del café como una oportunidad de convivencia y, en lugar del “venti” que nos acompaña mientras trabajamos o el café que compramos de pasada en el tráfico, podríamos darnos un respiro y permitirnos convivir con aquellos que amamos mientras disfrutamos un rico cafecito. Podría ser un buen comienzo para darle tiempo de calidad a nuestros seres queridos, nos ayudaría a sentirnos más presentes, más vivos y quizás más dulces.
¿Cuándo fue la última vez que te diste la oportunidad de tener una pausa como esta?
**** Agradezco las facilidades que me proporcionaron en el Restaurante Pappare de Bologna, donde el Chef Marco Ballanti y Michele Pichi nos apoyaron para hacer la foto de los roles de canela y las galletas acompañadas de un café hecho con filtro como generalmente se hace en Suecia. Gracias por su apoyo para escribir este artículo a Peter Karlström, Hanna Nilsson, Elisabet Raunio y Enrique López, Mónica Hunsberger.