Descubre qué relación existe entre El cascanueces y la comida, los postres y el arte. Aquí te lo mostramos para que disfrutes este clásico.
El 17 de diciembre de 1892 se estrenó El Cascanueces en el teatro Mariinsky de San Petesburgo, con la coreografía de Marius Petipa y Lev Ivanov que marcaba el ritmo de la música compuesta por Piotr Ilich Tchaikovsky. Fue el mismo Petipa quien tradujo al lenguaje de la danza la adaptación que Alejandro Dumas hizo sobre “El Cascanueces y el Rey de los ratones”, original de Ernest Theodor Amadeus Hoffman.
Fotografía de la Compañía Nacional de Danza
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Con el tiempo, El Cascanueces se convirtió en un ballet clásico de la temporada navideña, siento el más famoso junto al Lago de los Cisnes. En México la Compañía Nacional de Danza la presenta cada año. En un principio, el foro donde se contemplaba era el Palacio de Bellas Artes; conforme la audiencia fue creciendo, se requirió otro espacio de mayor capacidad, de forma que fue necesario trasladarlo al Auditorio Nacional para cubrir la demanda del público.
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Quien piense que esta historia está lejos de ser relacionada con la comida, está equivocado. Todo comienza en una fiesta de Navidad, dotada de banquetes aptos para la celebración en la que Clara y su hermano Fritz acuden con su familia a casa de los Stahlabaum. Cuando el tío Drosselmeyer aparece, le entrega a Clara un cascanueces que ella recibe de forma alegre, mientras que a Fritz le obsequia el Rey de los ratones. Continuando con las sorpresas que el tío acostumbra mostrar en las reuniones, aparecen un soldado bailarín y una muñeca que danza; entre el juego, Fritz rompe el cascanueces de Clara, dejándolo sin una pierna. El tío lo repara con una venda y el momento de dormir llega, así que el Cascanueces se queda bajo el árbol de Navidad.
Fotografía de la Compañía Nacional de Danza
Poco antes de media noche, Clara despierta con ansias por jugar con su muñeco, se dirige a la sala y adormilada se recuesta sobre el sillón para empezar a soñar con un mundo donde todo lo que la rodea crece a pasos agigantados y de pronto, aparece el Rey de los ratones con su séquito para asustarla. El miedo de Clara es tal, que el Cascanuces llega a rescatarla acompañado de sus soldados, logrando deshacerse de los ratones. De pronto, el Cascanueces se transforma en un príncipe que invita a Clara a dar un paseo en trineo por el bosque encantado hasta que se encuentran con el rey y la reina de las nieves, que bailan para ellos antes de que continúen con su viaje de magia y fantasía.
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Clara y el Cascanueces se dirigen hacia el país de los dulces. Ahí los recibe el hada de azúcar, que los anuncia con sus amigos para escuchar la hazaña del príncipe. Todos celebran emocionados y comienza un gran festín donde los invitados bailan para ellos haciendo gala de los ingredientes característicos de su lugar de procedencia, como los chocolates de España, el té de China, los bastones de caramelo de Rusia y el café de Arabia, entre otros; todos bailan para Clara y el príncipe. Después de un gran festejo, llega el momento de volver a casa y con su retorno llega el fin de la puesta en escena.
Fotografía de la Compañía Nacional de Danza
Si quieres ver cómo es la danza del té, la forma en que se mueve el café, la rapidez con la que los caramelos giran y llenarte de magia, busca aquí tus boletos para El Cascanueces, que se estará presentando del 16 al 23 de diciembre en el Auditorio Nacional.
Por Ingrid Cubas @ingrid_cb