La cocina mexicana, y de algunas otras partes del planeta, es impensable sin sus chiles secos. Hay miles de recetas para situaciones especiales o del día a día, que necesitan de ellos. Claro, una vez bien limpios de semillas y las famosas ‘venas’ que también los dotan de picor. Estas son las cosas que no debes hacer si te toca limpiar chiles secos.
El arte de limpiar chiles secos
A todos nos ha tocado o nos tocará. Eso es indiscutible, si vives en México o tienes alguna curiosidad en incursionar en las recetas de este país. Pero, ¿sabes cómo hacerlo perfectamente?
Acá hay siete consejos que te ayudarán a ser la persona más hábil y más previsora, cuando se trate de limpiar chiles secos. Apunta bien, porque aunque parecen tips muy sencillos, se olvidan con la falta de puesta en práctica.
1. Hacerlo sin tener una receta en mente
El primer error de principiante. Antes de cualquier otra cosa, asegúrate de que sabes exactamente qué uso les darás. Piensa en si se trata de una receta para mucha o poca gente; si pretendes que el guiso sea muy coloreado o con mucho sabor, o no; si deseas que la gente se enchile un poquito o la coma sin ningún problema de picor.
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2. Olvidarte de tus guantes
Puedes hacerlo sin ellos, pero te darás cuenta del error en poco tiempo. Si tienes guantes de látex, es el mejor momento para sacarlos en funcionamiento. Por más que seas cuidadoso, la capsaicina de los chiles está al interior de ellos, en las venitas y las semillas, por lo que exponerte a ella de forma directa solo te traerá ardores apenas más tarde de que empieces con la faena.
3. Tocarte la cara
Podría parecer lo más obvio, pero créenos: a todos nos pasa. Concéntrate en lo que estás haciendo, porque es muy fácil secarte el sudor, acomodarte los lentes y hasta restregarte un ojo si te da comezón.
Si lo haces, incluso con guantes, tampoco te gustará la reacción en tu piel. Para deshacerte del picor deberás lavarte durante un buen rato, con jabón y agua fría, siempre y cuando no se trate de tus ojos. En ese caso, solo usa agua y hazlo con muchísima delicadeza.
4. Desestimar el poder de las ‘venas’ más chiquitas
Esto está relacionado con el punto en el que hablamos cocinar teniendo en mente la receta deseada. Elige el grado de picor que quieras en tu receta y a continuación quita o dejar de quitar venitas del chile seco.
Aunque se vean muy pequeñas e inofensivas, recuerda que cada chile es mundo en sí mismo y que, por más que tengamos una idea de cuánto pica cada tipo de ellos, cada ejemplar o lote puede darte una sorpresa.
5. Romper por completo los chiles
No solo porque habla de un trabajo hecho sin cuidado, sino porque cuando los tatemes o lo hiervas, va a costar mucho más manipularlos. Mejor hacerlo todo perfecto, con chiles prácticamente enteros y sin lastimar.
Cada planta tarda determinado tiempo en crecer, y tener uno de sus frutos en tus manos implica que ha pasado por un largo proceso del campo hasta tu mesa de trabajo. ¡Cuídalos y valóralos mucho!
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6. Olvidarte de las ‘colitas’
Muchas veces, por la apuración o por la automatización que hacemos de movimientos en la cocina –especialmente si te tocó un lote grande de chiles por limpiar–, se nos van las colitas al proceso de cocción siguiente.
El problema no termina ahí, sino también en lo subsecuente, ya que este rabo del chile puede amargar y echar a perder la preparación por la que tanto estabas cuidando detalles.
7. Tirar tus semillas
Si quieres deshacerte de ellas está bien, pero recuerda que cada vez es mejor tener prácticas eficaces de reciclaje de productos. Si esas semillas y venas no estaban destinadas para hacer más picante tu receta original, piénsalo así: podrían servir para una preparación subsecuente.