El otro día leía un artículo sobre que el consumo de harina se ha disparado en diversas partes del mundo, durante la contingencia por coronavirus. En ese mismo texto, el periodista explicaba que las familias se han vuelto aficionadas a la repostería y panadería casera. Me gustaría agregar (sin ningún fundamento científico) que un trozo de pan siempre tiene un efecto apapachador, que nos hace sentir bien.
¿Te estás identificando? Si es así, quizá te gustaría probar tus recetas con otros tipos de harina, más allá que las de trigo y maíz. Estas son algunas con las que puedes experimentar:
Harina de avena
La puedes hacer tú mismo en casa con hojuelas de avena y la ayuda de una licuadora o procesador. Es súper fácil y económico. El resultado es un polvo fino, que puede ser consumido por la mayoría de personas intolerantes al gluten (en caso de que no exista contaminación cruzada) y se ocupa comúnmente en repostería.
Harina de almendras
Esta harina se puede elaborar a partir de la molienda de almendras. Entre sus características nos gustaría destacar que está entre las más utilizadas en dietas bajas en carbohidratos y keto; se puede emplear para sustituir la harina de trigo en preparaciones o incluso elaborar tortillas.
Harina de coco
Este tipo de harina, elaborada a partir de la pulpa del coco, se caracteriza por estar libre de gluten y ser fuente de proteínas, fibra y grasa sana. Se puede utilizar para cocinar antojos dulces, como pancakes y pasteles, aunque la mayoría de las veces se tendrá que utilizar huevo.
Harina de arroz
Esta harina, conocida como mochiko en japonés, suele emplearse en la elaboración de pastas y también como espesante de salsas; además sirve para elaborar rebozados y tempuras súper crujientes.
Harina de garbanzos
Quizá sea una de las menos conocidas de todas las que hemos mencionado; sin embargo, es igual de eficiente para elaborar alimentos sin gluten. Entre estos: pan, crepas y brownies. Una característica adicional es que puede emplearse para uso cosmético, como un exfoliante facial natural.