Por: Paulina Salgado
Si nunca has comido una langosta y por azares de la vida ese delicioso crustáceo ya se encuentra frente a ti, no te preocupes, aquí te dejamos una pequeña guía para degustarla de la mejor manera. ¡No hagas el oso!
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Selecciona la mejor antes de empezar
Puedes elegir entre langosta de caparazón duro o suave. La primera tiene más carne, pero el caparazón puede ser difícil de quitar. En cambio la langosta de caparazón suave, tiene poca carne, pero el sabor es más dulce. También considera el sexo de la langosta, si es hembra tendrá mayor proteína en la cola.
Elige los cubiertos
Cuando tengas frente a ti la langosta que vas a comer, seguramente vas a tener una pinza, un tenedor muy alargado, un platón extra y una toalla. Si no sabes para qué es cada utensilio, a continuación te explicamos.
La pinza para romper langostas (similar a un cascanueces) te ayudará a cortar el caparazón y las tenazas para llegar a la carne. Te aconsejamos que quites primero las tenazas, las patas y después retires la proteína de la cola.
El tenedor de langostas o pico de langostas te será de utilidad para cavar en los pequeños espacios para así sacar mejor la proteína.
El plato extra se utiliza a modo de recipiente para colocar el caparazón de la langosta.
La toallita sirve para que puedas quitarte todos los residuos.
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¿Cómo comerla?
Algunos prefieren comer el crustáceo pieza por pieza mientras que a otros les gusta quitar todo el caparazón y posteriormente comer la proteína. Aquí cualquier opción es válida, lo importante es disfrutar de tu comida. Elige según tus gustos.
¡Bon appetit!