Nada más antojable que un café lechero calentito, en compañía de un bísquet recién hecho para estos días lluviosos. Por cierto, ¿ya conoces el origen del bísquet? Aquí te contamos algunos detalles que seguramente no sabías sobre este exquisito bocadillo.
Con mantequilla, mermelada, frutos, crema batida o en su presentación tradicional, el bísquet es uno de los elementos más populares —y suculentos— de la panadería clásica. Este postre ha desatado algunas dudas sobre el origen del bísquet que hoy en GOURMET DE MÉXICO intentaremos resolver.
Ni galleta, ni bizcocho
El término “bísquet” —utilizado comúnmente en la repostería mexicana— proviene del latín biscuit que significa “bizcocho” en los hornos franceses. Por su parte, la gastronomía inglesa retomó la palabra para referirse a una crujiente galleta. Pero en México no cumple totalmente con las características de estos panes.
El vocablo inicia con “bis” que quiere decir “dos”, seguido de “cuit” o “cocho” —según la región— que en ambos casos significa “cocido”. Es decir que, tradicionalmente, este esponjosito pan requiere de una doble cocción. El bizcocho también puede referirse a una preparación que no necesita levadura y se mantiene por más tiempo.
A pesar de ello, el bísquet es un panecillo firme y suave; no tiene una consistencia dura con efecto crunchy. Incluso, algunas recetas caseras incluyen levadura en el método de preparación y, generalmente, se hornea una sola vez. Cabe resaltar que, aunque se conozca también como “pan salado”, regularmente contiene azúcar.
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¿Bísquet chino?
Seguramente has degustado uno de estos en restaurantes de comida oriental; así es, en el popular “café de chinos”. Y aunque no lo creas, el origen del bísquet en México tiene una estrecha relación con la llegada de comunidades chinas a Estados Unidos que posteriormente se establecieron en nuestro país a raíz de la Guerra Civil.
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Su recorrido no solo complementó la gastronomía mexicana, sino que fusionó ingredientes y técnicas de ambas culturas. Retomaron la tradicional receta americana de pan de soda y la potencializaron con nuevos elementos: huevo, manteca y azúcar. Pronto se convirtieron en uno de los favoritos para el desayuno.
Desde entonces estamos enamorados de este riquísimo pan. Su versatilidad ha hecho que lo incorporemos a nuestros almuerzos; es un clásico que se encuentra en las panaderías locales a un precio accesible. Además, se lleva bien con ingredientes dulces y salados.