Los destilados mexicanos son una manifestación de la rica tradición cultural que alberga este país. Cada región, desde el norte hasta el sur, es un abanico de técnicas y ritos que transforman el alma de las plantas en un elíxir único.
Desde el tequila en Jalisco hasta el mezcal en Oaxaca, pasando por el sotol en Chihuahua y el bacanora en Sonora, la oferta de destilados mexicanos es extraordinariamente amplia. En la Ciudad de México existe un espacio dedicado a compartir esa esencia. Su nombre es Matuche, una palabra que deriva del náhuatl “metuche”, que significa “agave”.
El compromiso de este sitio, liderado por la chef Diana López del Río y Eduardo Cervantes, es con las raíces de nuestra tierra y con sus sabores. Los visitantes pueden probar lechuguillas, vinos de agave, mezcales, raicillas, rones y whiskies producidos en toda la República.
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El enfoque se centra en resaltar el sabor puro de estas bebidas, por eso se sirven como sólo en México se pueden tomar: “derecho”. Es un lugar cálido y amigable para todos, tanto a aquellos que disfrutan de un ritmo pausado como a los apasionados bebedores expertos que buscan un momento de relajación en compañía de sus amigos. Para amenizar, cuenta con la visita de DJ’s que ponen ambiente a la noche.
Una investigación sobre los destilados mexicanos
Para honrar la calidad y diversidad de estas bebidas, Matuche realiza una exploración auténtica del universo de los destilados mexicanos. Esto lo hace a través de la voz de quienes lo elaboran: cada mes recibe a maestros destiladores que comparten sus conocimientos con quienes llegan a la barra. La intención es invitarlos a participar en la conversación sobre las técnicas de machaca y destilado.
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Además, ofrece diversas experiencias, como la de las Salmianas, que permite a los visitantes degustar esta bebida de diversas formas. Esto, a través de diferentes variedades que se producen en estados como Guanajuato, Puebla, Zacatecas y Durango.
Cada vaso o copa que se sirve en este lugar es un sorbo de riqueza. Se trata de probar en un trago las condiciones geográficas y climáticas de su lugar de origen. También de la dedicación y el arte de los maestros destiladores que durante generaciones han perfeccionado sus métodos.