La vida de los vinos de Marqués de Murrieta comienza en la tierra, con el cultivo de cada uva que después de convertida en vino, se comparte con el mundo. La tradición y la búsqueda por la excelencia son el sello distintivo de esta etiqueta, cuyo valor nace de la familia y perdura en el tiempo. Marqués de Murrieta y Pazo de Barrantes son las dos bodegas que anidan los vinos de esta marca.
La primera de ellas tiene el sello de la elegancia, la solidez y la regularidad, características que reflejan la personalidad del Castillo de Ygay. Ahí, el pasado y la modernidad encuentran su equilibrio para la elaboración de Marqués de Murrieta Reserva, una bebida muy peculiar por sus matices y aromas.
Se trata de una familia de productores de vino desde el siglo XVIII en la región de la Rioja. Luciano Murrieta nació en 1822 y se convirtió en un ayudante de un general del ejército español. En uno de sus viajes a Londres probó los vinos de Burdeos y se dedicó a descubrir los secretos del vino y a estudiar la forma de crearlos. Al final dejó el ejército y se fue a Logroño a hacer vinos y en 1851 envió 50 barricas de vino a la Habana y a Veracruz.
Marqués de Murrieta Reserva
Sus vinos se elaboran con tempranillo, mazuelo, graciano y garnacha; los racimos de uvas se despalillan y estrujan suavemente. Cada variedad tiene su propio espacio para fermentar entre ocho y 10 días. Tras ese proceso, las partes sólidas de la uva son prensadas lentamente para darle prioridad a la extracción del color y los taninos maduros.
Al final se consigue un vino que gracias a su elegancia, frescura y complejidad ha logrado situarse en el número cuatro del Top 10 Wines Values of 2022, realizado por Wine Spectator, una de las más prestigiosas revistas especializadas en vinos. La frescura de la fruta predomina en nariz, al igual que los suaves aromas de la fresa, cereza, algunos recuerdos florales, notas de eucalipto, tomillo y una fina ebanistería.
Este vino proviene de un ensamblaje de 30 parcelas de cuatro uvas distintas: Tempranillo 80%, Garnacha 2 a 4%, Marzuelo y Graciano. Además, esas dos uvas autóctonas aportan acidez y frescura. Es un vino muy vendido en grandes restaurantes del mundo por su facilidad para beberlo. Buena acidez, complejidad, fruta y equilibrio. No son los típicos riojas antiguos con mucha madera, es un vino fino y elegante.
En boca, Marqués de Murrieta Reserva es armónico, con unos pulidos taninos que le brindan una amable textura. Su sabor afrutado deja en el paladar un largo final y una extraordinaria sensación de frescura. El maridaje perfecto para este vino puede ser un platillo preparado con trufas, setas y col, acompañadas de aceite de oliva extra virgen.
También le van bien unas chuletas de cordero acompañadas con queso y espárragos que le darán a todo amante del vino la oportunidad de disfrutar de una experiencia completa. Este vino lo puedes conseguir en México en diversas tiendas de vinos y licores así como supermercados.
Pazo de Barrantes, la máxima expresión de la uva albariño
Desde 1511 Márques de Murrieta ha buscado incansablemente la excelencia, su Gran Vino Pazo Barrantes es la muestra de esa labor. Su cosecha es el fruto de un terruño de extraordinaria calidad, su producto final se logra gracias a una meticulosa y equilibrada elaboración que conjunta la paciencia y el arte de saber hacer.
Desde su concepción, esta bebida ha tenido un sólo objetivo: extraer la riqueza de la uva albariño y para lograrlo fue retirada del mercado durante dos años. De esa forma lograron obsequiar a este vino una crianza más consentida, sumarle un pequeño aporte de barrica de acacia, darle un embotellado más tardío y lograr un proceso de maduración en botella más reposado.
Su nombre proviene de la finca Pazo de Barrantes, donde se cosecha el albariño, mismo que se fermenta durante 60 días. Posterior a eso, el vino pasa un periodo de siete meses en un depósito de acero inoxidable, mientras un 15% reposa en barricas de madera de acacia.
El resultado es una bebida que en naríz ofrece matices amplios con aromas de ciruela amarilla madura y níspero con toques de bergamota y hierba luisa sobre un elegante fondo balsámico. En boca regala un sabor vibrante, equilibrado, fresco, envolvente y sumamente largo. Una gamba roja a media cocción acompañada con ravioles de betabel pueden ser el maridaje perfecto para disfrutar de la añada 2019.