Arte que se devora. Los chefs atrapan la esencia de una memoria y con un guiño la depositan sobre un plato.
Siempre quise comerme al mundo. Acá unas obras maestras apetitosas.
Texto y fotos: Vivian Bibliowicz
Foto de portada: Anarkía de chocolate, Jordi Roca, evento AtxaRocaLeon, Azurmendi, Vizcaya, España.
Y sobre la tierra, el sabor del mar
Croquetas de bacalao y jurel, Ljubomir Stanisic, 100 Maneiras, Lisboa, Portugal.
Sin prejuicios descuelgo el platillo y lo mastico
Tendido de bacalao deshidratado con aioli y pimientos, Ljubomir Stanisic, 100 Maneiras, Lisboa, Portugal.
Esto no es un tabaco
Cannelloni y cenicero comestible, Pasquale Palamaro, Indaco, Regina Isabella, Ischia, Italia.
La sutileza es un privilegio que pocos ejecutan
Amaretto con ciruela baby, José Avillez, Belcanto, Lisboa, Portugal
Sin culpa lo desdibujo
Pescado sorpresa, caviar y sus hierbas, Pasquale Palamaro, Indaco, Regina Isabella , Ischia, Italia.
Este desafío requiere un manejo cuidadoso. Sápida experiencia
Bogavante asado sobre aceite de hierbas y meloso de cebollino, Eneko Atxa, Azurmendi, Vizcaya, España.
Las olas revientan. La cocina es su fado
Alga, erizo, berberecho, mejillón, percebe y gamba, José Avillez, Belcanto, Lisboa, Portugal.
El virtuosismo cohabita con el espacio
Noodles de chipirón antes de la emulsión, Eneko Atxa, Azurmendi, Vizcaya, España.
Y luego soñó que había que salpicarlo todo
Extracto de pimientos sobre tela de bacalao y caviar de trufa negra, Pasquale Palamaro, Indaco, Regina Isabella, Ischia, Italia.
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