Todos sabemos lo que es el miedo; es más, el ser humano está hecho de miedo y no de uno solo sino de muchos. En psicología se define como una alarma contra los peligros. Nos hace reaccionar para sobrevivir contra nuestra básica e intrínseca sensación de no poder controlar la vida, el mundo, nuestro destino y no ser aceptados. El miedo ha creado un sinfín de formas, por lo cual con el pasar del tiempo y las diferentes eras históricas y sus esquemas culturales y sociales, se ha disfrazado de diversos modos.
Aunque parezca inverosímil, el miedo también ha sido una secreta fascinación para el hombre, quien ha encontrado gusto en sentir o presenciar el horror y el terror en un ámbito catártico. Como bien explicaba el filosofo griego Aristóteles, que decía que era liberador e igualmente morboso. Como espectadores, todo esto obedece al hecho de que después del shock adrenalínico que nos produce, viene el alivio y la relajación de que esa realidad no nos pertenece.
El miedo en las artes visuales
La exploración de los sentimientos más oscuros de la complicada interioridad humana ha sido un punto de magnetismo para el hombre, quien como artista se ha dedicado a plasmarlo, explicarlo y a veces magnificarlo en todas las formas de expresión. En la pintura, la literatura -incluyendo los cuentos infantiles-, la escultura, la música, el cine, el teatro y hasta en la arquitectura.
Podemos apreciar en muchas de las construcciones importantes en el antiguo Egipto, Grecia y Pompeya que se utilizaban cabezas de animales amenazantes en su función practica de canalizadores de agua, transformándose posteriormente en terroríficas gárgolas en las catedrales góticas del Medioevo, también fungiendo de vigilantes de la ciudad para controlar a través del miedo.
La representación de la muerte, el infierno y todas las peores facetas del ser humano han sido plasmadas en todos los tiempos y para los artistas siempre ha sido una necesidad poder manifestar sus propios demonios que al final son los demonios de todos.
Aunque se pudiera creer que el miedo sea incapaz de crear una obra de arte aceptada por la sensibilidad humana, encontramos una grandísima variedad de obras artísticas que nos ponen frente al terror, pánico y fobias que albergamos en nuestro interior.
Hans Memling, pintor alemán del siglo XV, representó el infierno, enfrentando al observador a un demonio en primer plano quemándose en el fuego eterno del infierno y con un escrito que pontifica que en ese lugar funesto no hay redención. Por tanto, deja grabado en el alma de quien lo mira el mensaje que no hay esperanza de salvación para el espíritu, hecho que incuría mucho temor considerando la época oscurantista en la que se hizo.
En 1781, Henry Fuseli pintó la pesadilla o íncubo, una de las representaciones más comunes de la pesadilla popular de violaciones y sacrificios; en el se ve una mujer desnuda que duerme y es poseída por un demonio generalmente presente en los sueños eróticos.
En la escultura, unos de símbolos de sufrimiento y miedo por excelencia ha sido “Lacoonte y sus hijos” una escena de la mitología grecolatina descrita inclusive por Virgilio, y que por su realismo fue escogida hasta por la Iglesia del siglo XVI como recordatorio del sufrimiento de Jesús.
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Pero ya en tiempos más modernos cuando los miedos se han disfrazado con otras terminologías como las fobias, el estrés, la angustia y las obsesiones, encontramos interesantes maneras de hablar de ello. Tenemos un Edward Munch, “Tarde de primavera en Karl Johan street” que nos regala un cuadro muy representativo de la fobia a los espacios abiertos, la agorafobia. Utiliza colores oscuros, pesados, así como los rostros llenos de angustia de las personas que transitan en las calles casi como zombis.
Del mismo modo nos dejó un terrorífico “El grito”, otro angustioso ejemplo de la tribulación del pintor mismo que se siente presa del pánico que le produce su visión en una tarde de paseo. “Iba por la calle con dos amigos, cuando el sol se puso. De repente el cielo se tornó rojo sangre y percibí un estremecimiento de tristeza. Un dolor desgarrador en el pecho {…} Lenguas de fuego como sangre cubrían el fiordo negro y azulado y la ciudad. Mis amigos siguieron andando y yo me quedé allí temblando de miedo. Y oí que un grito interminable atravesaba la naturaleza.”
En tiempos recientes, tenemos las obras de Louise Bourgeois quien trabajó en especifico con la representación de arácnidos, recordándonos una de las fobias más comunes en la población mundial por estos animales. Muy presente el artista David Delruelle, quien ha hecho collages de ocho fobias extrañas relacionadas con vivencias diarias, como el miedo a los agujeros, a los botones, a los espejos, etc. Lo curioso es que el artista para poder producirlas se involucró totalmente en el rol de las víctimas de dichas fobias, como un actor con sus personajes dando vida a unas obras estremecedoras.
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Literatura y horror
En la literatura, se empezó con las simples e ingenuas tradiciones orales en los diversos pueblos y culturas cuando transmitían sus vivencias grupales e históricas pincelándolas con elementos de suspenso sombríos y amenazantes para atrapar la atención de los escuchas y también para que quedaran impresos en sus mentes. Todos recordamos los mitos, las leyendas llenas de espantosos personajes, los cuentos fantásticos y los cuentos infantiles como “Caperucita Roja”, “La Bella y la Bestia”, “Hansel y Gretel” y muchas más en los que se sugieren miedos atávicos que nos hacen sobresaltar desde lo más profundo.
Entre el siglo XVIII y XIX, empieza la llamada literatura gótica que se impregna de elementos de miedo mas definidos. Los fantasmas, el diablo, las criaturas malvadas, de hecho nacen autores como Bram Stocker con su inolvidable “Dracula”, Mary Shelley con “Frankenstein” y Guy de Mapaussant con “El Horla”, relato de un hombre que después de haber vivido una experiencia en el mar siente que todas las noche lo acompaña una siniestra presencia que él mismo llama Horla y que lo llevará a la locura. ¿Quién ha podido dormir pensando que alguna extraña entidad se esconde debajo de su cama? Los juegos de la mente que conllevan el miedo.
El arte es una ventana generosa e inmensa abierta a la imaginación, ideas, obsesiones y temores que hace posible que los artistas nos hagan ver y sentir la dimensión de las emociones atemorizantes, de las angustias extremas, de las fobias que nos paralizan convirtiéndonos en espectadores de nuestro propio miedo, y como siempre, viéndonos en un espejo.
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¿Qué es el arte? Una simple pregunta para una respuesta compleja