Quizá en tu lista del súper haya señales de que debes escuchar a tu psique.
Abrir redes sociales en estos días implica encontrarse con un timeline infinito de personas cocinando en sus casas. La cuarentena nos devolvió a las estufas y nos obligó a extremar precauciones para salir por las compras al súper, o para pedirlas a domicilio.
Nuestro hábitos de consumo cambiaron y, de acuerdo con la psicología, esto tiene razones muy específicas. Indagamos un poco en los patrones de compra de comida de los mexicanos y entrevistamos a una psicóloga, para que nos explicara lo que ella ve detrás de dichos comportamientos.
Esto fue lo que encontramos.
Según un estudio recientemente publicado por la agencia Atlantia Research, en México aumentaron los consumos de atún de lata, así de como sopas, frutas, pescados y mariscos en la misma presentación, comida congelada preparada, sopas instantáneas y carnes deshebradas.
El consumo de cervezas se duplicó y también es notable cómo se incrementaron las ventas de papas fritas y demás frituras procesadas.
Muchas personas han buscado soluciones prácticas para comer entre semana (porque muchas de ellas siguen trabajando a distancia), pero también es cierto que todos estamos guisando y horneando mucho más, especialmente en fines de semana, a pesar de que de eso aún no hayan datos sistematizados, porque se trata de una variable mucho más difícil de mensurar.
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En España, por ejemplo, se ha calculado que las compras de harina se elevaron un 200% desde la llegada de la pandemia en dicho país.
Eva Rivera es psicóloga y trabaja para el Consejo Ciudadano de la CDMX, una organización civil de atención a víctimas de delitos. Ella afirma que las compras son una forma de manejar la crisis y el estrés y que, en tiempos de encierro como el que experimentamos, todo se desequilibra.
La especialista considera que el consumo es parte de los mecanismos de las personas para manejar la situación. Por lo tanto, encuentra tres patrones principales de las compras de comidas y bebidas que estamos haciendo.
“Uno, sin duda, es el de salir del apuro cotidianamente; otro, el de socializar, y el último, el de experimentar nuevas habilidades en la cocina. El primero se entiende muy bien. Pero el segundo, por ejemplo, es interesante porque revela que muchos de nosotros estamos aprovechando que la elaboración y consumo de alimentos están ligados con el placer, para acercarnos a los miembros de nuestras familias con los que convivimos durante la cuarentena”, asegura.
La psicóloga Rivera abunda respecto de que el consumo de alcohol, frituras o comidas rápidas también ocurren durante nuevos mecanismos de comunicación a distancia, como son las videollamadas con amigos, o eventos y conciertos virtuales.
“Beberte una cerveza con un ser querido, aunque sea a distancia, puede hacerte recordar cuando podías salir a un bar a hacerlo en libertad. Eso es algo a lo que muchos de nosotros, principalmente jóvenes, estamos recurriendo.”
Respecto de la comida ultraprocesada, dice que tiene que ver con que las emociones están directamente relacionadas con la dieta. Ahora, según la especialista, estamos más predispuestos a comer grasoso y procesado, porque estos alimentos son forma artificiales de generar dopamina.
Los seres humanos tenemos la capacidad de producir este compuesto, que se relaciona con la felicidad, de forma natural. Pero si no tenemos manera de generarlo de esta manera, lo más fácil es buscarlo en el exterior.
El tercer patrón que observa la psicóloga, el de conocer nuestros talentos en la cocina, está relacionado también con una especie de terapia y de distracción de la mente, ante la ansiedad que muchos sienten en estos días.
En México no hay ley seca generalizada. Sólo se dictó para los estados de Nuevo León, Tabasco y Campeche. No obstante, las compañías cerveceras industriales más grandes anunciaron que se disminuiría de forma considerable su producción y distribución.
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Dicho anuncio llevó a millones de mexicanos a hacer compras de pánico de dicha bebida. Con los datos del aumento del 50% en la compra de este producto en México, la psicóloga Rivera explica que el alcohol es un placebo, que funge en estos casos como una forma de manejar lo que sentimos, así como un estímulo para socializar y convivir con los demás.
“En estas circunstancias es importante que conozcamos nuestro comportamiento de alimentación. Tenemos que pensar si hacemos todas estas compras porque queremos, o porque queremos calmar un sentimiento muy específico. Quizá en nuestra lista del súper hay pruebas de que algo no anda bien en nuestra psique”, asegura.
A pesar de todo, la especialista ve todo el tema de forma positiva.
“Considero que el encierro nos está ayudando mucho para establecer más contacto con nosotros mismos. Esta crisis claramente abre una ventana a cambios positivos. Es el momento de escucharnos, de cambiar hábitos que nunca habíamos logrado modificar, de intentar mil cosas nuevas en la cocina. Más que nunca, hay que arriesgarnos a hacer cosas benéficas que nunca nos habíamos incentivado a hacer”, finaliza.