Cómo hacer levadura casera utilizando cerveza artesanal
Por si la cerveza no fuera ya demasiado perfecta, también puede ser aliada para cocinar y levar de forma natural masas para hacer pizzas o bollería.
Nada del otro mundo. Cocinar con cerveza es una técnica de la que puedes echar mano siempre que quieras que tus alimentos tengan un sabor muy especial; claro, sólo si originalmente el sabor de la cerveza ya te gusta. No obstante, quizá no tenías en mente que también puedes echar mano de esta bebida para hacer fermentos caseros.
A continuación te damos algunos tips para que lo logres en casa. De hecho, algo muy bueno es que tienes que seguir prácticamente las mismas directrices que usarías para hacer masa normal con levadura añadida. Sólo que en este caso debes tener mucha paciencia, ya que el tiempo en el que se activará tu receta será más largo.
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De preferencia, hazte a la idea de que tendrás tu masa levada completamente hasta ocho horas después de que la empieces. Pero no te preocupes demasiado: lo que vale la pena es lo que más tarda.
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¿Cómo hacer levadura con cerveza en casa?
Si amas la cerveza, quizá ya lo sepas: se trata de una bebida preparada con agua, lúpulos, maltas y levaduras.
En el caso de las artesanales no filtradas o semifiltradas, puedes incluso ver las levaduras reposando en el fondo de las botellas. En las filtradas es más difícil que las observes, pero están ahí.
Para hacer masa levada de forma natural con cerveza, lo único que debes hacer es poner en un bowl metálico (y hondo, de preferencia) la cerveza de tu preferencia. Si es una artesanal no filtrada, mucho mejor.
Luego agrega la harina. Empieza a trabajarla con las manos. Al principio te parecerá muy grumosa, pero con el tiempo de amasarla se irá volviendo más tersa. Recuerda que las proporciones en que agregues tanto la cerveza, como la harina, tienen que ser iguales a las que usarías mezclando agua con harina para hacer masa.
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Agrega un poco de azúcar, para que la fermentación que logres gracias a la levadura ser mucho mejor y más rápida. Cubre el bowl con papel film y deja reposar por al menos ocho horas en un sitio tibio y sin luz.
Luego de ese tiempo verás que tu masa dobló su tamaño y que despide ese olor que es tan característico de cualquier proceso de fermentación. A partir de este momento ya puedes extenderla sobre una superficie limpia y lisa, para hacer con ella desde una pizza, hasta bollos para una buena merienda.
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