Ya sabemos que somos lo que comemos y que la comida que llevamos a nuestra boca, se relaciona con nuestra salud. Pero además de eso, la comida influye en cómo nos sentimos, pensamos y nos comportamos. Algunos dicen que hay un segundo cerebro en nuestro estómago y eso se debe a que el cerebro y el tracto intestinal se encuentran conectados y así se envían mensajes de saciedad, bienestar, euforia y demás sentimientos cuando probamos cualquier bocado.
Las bacterias que viven en nuestro sistema requieren estar en equilibrio para evitar gestar desórdenes que lleven a la ansiedad, depresión o irritabilidad. Las bacterias que contrarrestan estos efectos negativos se encuentran en los probióticos (incluidos en el yogurt).
Un estudio reciente demostró que quienes consumían probióticos todos los días por cuatro semanas, habían tenido menos pensamientos negativos, las mujeres habían tenido menos ataques de pánico y quienes se encontraban en etapa escolar, habían notado un incremento en sus habilidades sociales para conversar con quienes los rodeaban.
Aún así, los probióticos no son una cura milagrosa contra la depresión así que tampoco te excedas en su consumo, ve viendo cuál es la cantidad que le hace bien a tu propio cuerpo e inclúyela en platillos de la temporada como la manzana enamorada.
Con información de thehuffingtonpost.com
Por Ingrid Cubas
@ingrid_cb
