Las calles de Londres son una garantía de grandes historias. Durante los siglos XVII y XVIII albergaron una singular costumbre popular: las chocolate houses, similares a pubs o tabernas donde la bebida protagonista era el chocolate.
Las calles de Londres son una garantía de grandes historias. Durante los siglos XVII y XVIII albergaron una singular costumbre popular: las chocolate houses, similares a pubs o tabernas donde la bebida protagonista era el chocolate.
Por Michelle López – @Mich_Lv
En 1697 el Public Advertiser, periódico londinense de la época, hablaba de una “bebida de India del Oeste llamada chocolate”. En esta época el chocolate se presentaba como la solución a cualquier mal, fuera infertilidad, indigestión, falta de deseo, poca gracia física, o la cruda de los reyes.
No se trataba del dulce chocolate que bebemos hoy en tardes lluviosas: esta mezcla contenía jazmín, vainilla, cítricos y otras especias. Esta bebida fue la que dominó las chocolate houses durante casi un siglo. El primer dato que se tiene de una chocolate house es el establecimiento abierto en Londres por un francés, aunque el modelo de negocio proliferó en poco tiempo.
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Rápidamente, algo en apariencia inocente tomó una personalidad distinta. Las chocolate houses eran exclusivamente para hombres, prohibidas para las mujeres. En estos espacios se reunían mercaderes, políticos, artistas y otros hombres de la sociedad londinense. Se discutían negocios, gobierno, filosofía; se esparcían rumores y tramaban conspiraciones. La reputación de estos lugares era tal que la White’s Chocolate House era apodada “el infierno más a la moda de Londres”.
Nunca circuló alcohol en las chocolate houses y los historiadores creen que eso ayudó a que las conversaciones y los arreglos que de ahí salían tuvieran mayor seriedad. En general había en estos sitios mayor sentido de orden: se trataba de lugares pequeños aunque elegantes, con muros de madera y cierto aire de clandestinidad. Las chocolate houses pedían una moneda como cover: ésta incluía el derecho de entrada y poder hojear los periódicos del día. Después podían adquirir una taza cada vez más cara de chocolate y sentarse en una mesa común a departir con otros hombres.
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Los precios del chocolate subieron rápidamente y pronto esta bebida se volvió sumamente elitista, sin embargo su atractivo se mantuvo. Tras la devastación del Gran Incendio de 1666 los primeros espacios que se reconstruyeron fueron tabernas y restaurantes para sostener a los equipos de reconstrucción. Así pues, las chocolate houses lograron sostenerse por al menos cincuenta años más.
Apenas entonces llegaría la idea de mezclar el chocolate con leche, dando paso a las mezclas que conocemos hoy en día. Al llegar el siglo XX, los métodos de producción y transporte permitieron por fin una reducción en los precios, volviendo al chocolate el favorito de las masas que conocemos hoy en día.