Cineasta, sociólogo, apasionado del origen de los alimentos. Le encantan los quesos, el cine, la polémica y convertirse en un guía gastronómico.
Fotos Fernando Gómez Carbajal
Después del polémico y apresurado estreno en tiempos electorales de la película Colosio, el asesinato; Carlos Bolado se prepara para presentar Tlatelolco, un filme en el que trabajó mucho antes de Colosio y Estado de gracia, la serie acerca de la legalización de las drogas. Asegura que está en su mejor momento porque se ha estrenado todo su trabajo desde el 2009. Confiesa que ha llegado a un grado de madurez: “Hay experiencia, estás en el dominio de tu profesión, lo has hecho muchas veces, lo sabes hacer y te sale bien. Lo que hay que tener son buenas historias”. Y parece que Colosio fue una de esas, pues los datos oficiales aseguran que vieron esta cinta un millón doscientos espectadores, y desea que Tlatelolco provoque la misma euforia.
¿Para qué sirve el cine?
Para crear conciencia, para educar, para informar, para generar preguntas, para que la gente cuestione los diferentes discursos. Que las personas investiguen acerca de su historia, su pasado, su vida, su futuro. Es un medio que a través del entretenimiento puede generar dudas, preguntas. Te anima a buscar respuestas. Sirve para detonar el dialogo. Para cambiar las cosas no, porque no tiene la penetración de la televisión que llega a millones; el cine sólo llega a miles. Además ya vimos cómo la tele filtra la información generando preferencia, lo dejó claro el periódico The Guardian al poner de manifiesto lo que pasó en las elecciones con Televisa. La película Tlatelolco habla del movimiento de 1968 en México, y hoy somos testigos de otro movimiento juvenil, el #132. ¿Qué tanto eres un lector de la realidad? Bueno, tengo que serlo. Aunque esto es cierto, la película Tlatelolco ya se había filmado cuando comenzó el fenómeno #132, pero se dio esta coincidencia. La Universidad Ibero Americana, como la UNAM, el IPN y al Universidad del Valle de México, participaron en el movimiento que cambió la historia. La Ibero ya tiene tradición en sumarse a las demandas sociales.
¿Está coincidencia influyó en la fecha de estreno?
La verdad es que yo quería que se estrenara ya, se filmó desde 2010, pero básicamente se pospuso para hacer un mejor lanzamiento. Hay un apoyo a la exhibición, es un fomento que se da por Fidecine para distribuir las películas, y eso es uno de los grandes problemas que tenemos. Lo que me dijeron mis distribuidores es que querían tomar este apoyo para lanzarla con fuerza, pero esto aplica hasta noviembre, por eso se movió la fecha. No tuvo nada que ver con lo que estaba pasando.
¿Crees que el cine mexicano seguirá siendo el mismo en el próximo sexenio?
La cultura existe, los valores, el talento, todo está ahí. El cine mexicano también tiene una serie de problemas como el de la distribución. Hay muchas cosas que resolver y no sé si daremos un paso para atrás. Ojalá que no. Lo preocupante es que la cultura no es, evidentemente, parte de la agenda importante de los que nos van a gobernar.
¿Con qué ojos debemos ver Tlatelolco?
Con los de los jóvenes, porque creo que es una historia de ficción dentro de un movimiento que costó muchas vidas, que sí logró un cambio en México. La generación de esa época no tenían derecho al voto, podían votar hasta los 21 años, eran ninguneados. Se van a encontrar cosas similares, pero está bien que conozcan lo que pasó. Todo el mundo dice que fue una matanza de estudiantes, pero fue mucho más. Fue un movimiento que propuso varios cambios y pasaron muchos años para que esos cambios realmente sucedieran, pero ayudó a que la sociedad mexicana se moviera. Además quisimos recuperar la parte lúdica del movimiento y no quedarnos nada más en la tragedia.
¿Con qué marida el cine?
Va bien con el vino mexicano y la comida mexicana, aunque también puede disfrutarse con un vino francés o Ribera del Duero. El cine y la gastronomía tienen una añeja relación.
¿Cómo te llevas con la comida?
Muy bien, a mí me importa mucho. Edité Como agua para chocolate, y cuando nos veíamos con Alfonso Aráu bromeábamos acerca de la gastronomía mexicana. En locación me preguntan que a dónde vamos a comer, y me da risa que siempre sé de lugares: aquí hay unas flautas muy buenas, acá un restaurante peruano-japonés riquísimo. Al equipo le gusta irse conmigo porque les doy opciones gastronómicas. Cuando hacemos la búsqueda de lugares para filmar siempre yo les digo dónde comeremos.
¿Te gusta conocer los lugares sólo por su gastronomía?
Claro. Soy un fan de la historia de la comida, del origen de los alimentos. Cuando hice el documental Promesas, buscaba probar la comida árabe tradicional que es deliciosa. También filmé un documental acerca del salmón, en la costa del rio Klamath, entre California y Oregón. Hay tres reservaciones de indios a sus orillas, yo iba con ellos a probar el salmón salvaje. Dejé de comer durante casi dos años este pescado en restaurantes porque no sabe igual, yo he comido del bueno, el de granja ya no me sabe.
¿Qué es lo que nunca falta en tu mesa?
En mi mesa nunca falta queso, pan y vino. Me gusta mucho el emmental, el gouda… Cada vez le tomo más gusto a los quesos, entre más apestosos mejor, es la manía de la peste. También me gusta el oaxaca; cuando llega la camionetita pido la prueba porque de verlo ya estoy salivando como el perro de Pavlov. Ya luego me llevo también queso fresco, que extrañé mucho cuando estuve en Estados Unidos. En Baja California, cuando filmamos una secuencia de pinturas rupestres, encontré un pueblo que hace unas bolas de queso de cabra deliciosas. Nos atragantábamos. Por el clima no tienen otro tipo de ganado más que cabras y les sobra la leche, ahí ves como lo están haciendo y además es muy económico, genial para ensaladas.
¿Te gusta cocinar?
Sí, cocino de todo. Ayudo a mis amigos a hacer potajes, salsas… Mis parejas han sido personas que cocinan mucho, mis amigos son buenos, así que soy buen pinche. También he preparado cosas como ceviches, salsas y chiles. Dicen que me queda rico. El otro día hicimos moqueca y yo ayude, mi responsabilidad eran las caipiriñas y les gustaron.
Cosecha fílmica
Carlos Bolado nación en el estado de Veracruz. En la ciudad de México estudió sociología y cinematografía. Después de trabajar en varios cortometrajes dirigió su ópera prima, Bajo California, luego El límite del tiempo, la cual fue reconocida por la Academia mexicana de artes y ciencias cinematográficas con siete premios Ariel. En 2001 Promesas le valió la nominación al Oscar como mejor documental. Ha dirigido a actores como Alice Braga, Diego Luna, Daniel Gimenéz Cacho y Damián Alcázar. En el mes de noviembre estrena su película Tlatelolco.