El Día de Muertos es una de las celebraciones más arraigadas de la cultura mexicana. Las casas y los panteones se llenan de flores y comida tradicional, incluso restaurantes ofrecen platillos de temporada.
Estos son algunos de los destinos más famosos para ser parte de esta fiesta.
Por: Jazmín Martínez
Toluca
Desde 1932 los portales del centro de Toluca son escenario de La Feria del Alfeñique, un despliegue de coloridos puestos donde se colocan calaveras de chocolate, azúcar y figurillas de este dulce, una pasta de origen árabe compuesta de azúcar cocida.
Los artesanos, que han aprendido el oficio de generación en generación elaboran catrinas, cerditos, gallinas, borregos, ataúdes y miniaturas en forma de pan dulce, frutas y hasta platos de mole con arroz con todo y zanahoria y chícharos.
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Alrededor del tianguis se ofrecen actividades culturales: recorridos de catrinas, lectura de leyendas, obras de teatro y música en vivo.
Una vez en los portales el visitante puede deleitarse con una torta de chorizo de La Vaquita del Portal, una de chile macho de los kioskos de atrás de los portales o un trago de mosquito, ese licor de naranja y destilado de caña que se vende en la tienda más antigua del portal.
Este año la feria se colocará del 25 de octubre al 3 de noviembre.
Península de Yucatán
La maya fue una de las culturas que más resistieron la conquista española. Lo inaccesible de la geografía evitó que los españoles pudieran avanzar más allá de las ciudades en las que decidieron establecerse.
Los mayas, replegados en la selva, conservaron gran parte de sus costumbres, y su cosmogonía se combinó con la católica. Para esta cultura la existencia humana es un ciclo permanente donde la “muerte” no es el final, sino una etapa en la que el cuerpo se desintegra, pero el espíritu se va al Xibalbá, antes de regresar en forma de suspiro al cuerpo de una mujer embarazada y renacer.
En Yucatán y las comunidades mestizas de la península se recuerda a los muertos con Hanal Pixan, que en maya quiere decir “comida de ánimas”.
Las familias colocan en sus casas altares y preparan platos ceremoniales como el pib, un tamal gigante hecho con pollo que se hornea debajo de la tierra. Muchos restaurantes locales preparan estos platillos para que cualquier visitante pueda probarlos.
El 31 de octubre en la ciudad de Mérida se realiza también el paseo de las ánimas, donde una procesión de muertos vivientes toma las calles de la ciudad y saludan a la concurrencia desde el Panteón General hasta el arco de San Juan.
Ciudad de México
Para pasar un Día de Muertos lleno de escenas coloridas, la capital es siempre un destino a considerar. Las celebraciones tradicionales incluyen los paseos a través de los canales Xochimilco, donde en estas fechas se escenifica la historia de “La Llorona”.
Visitar el panteón del pueblo de Mixquic, en la delegación Tlalpan, es otra experiencia avasalladora: al caer la noche las luces eléctricas se apagan para que solo queden encendidos los cirios y veladoras, que echan luz sobre las tumbas decoradas de flores.
En todos los panteones se venden antojitos para acompañar a los visitantes que convierten la celebración en una romería donde se comen pambazos, quesadillas, sopes y se toma cerveza, pulque o las bebidas de preferencia del difunto. La música tampoco falta y tríos, norteños y mariachis cantan temas que van de la euforia a la melancolía.
Por otro lado, la parte moderna de los festejos del día de muertos está bien representada por la mega ofrenda que se monta en el Zócalo del 25 de octubre al 17 de noviembre y la mega procesión de catrinas del 26 de octubre.
Las panaderías de la ciudad sacan a relucir incontables recetas distintas de panes de muerto y se pueden encontrar versiones rellenas de nata, nutella, matcha, helado, hasta veganas.
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Pátzcuaro
El lago de este pueblo michoacano es escenario de la danza de los pescadores, donde se cazan patos que se servirán el 2 de noviembre a quienes asisten a velar a sus difuntos.
Durante la noche del 1 de noviembre los alrededores de la isla de Janitzio se llena de barcazas con gente que va hacia los panteones con velas, flores y ofrendas.
Visitar Michoacán en esta época es una oportunidad para probar los antojitos que se venden en los puestos de la ruta hacia el panteón: corundas, chongos zamoranos, sopa tarasca.
Especial de esta época es el nacatamal, un tamal de maíz relleno de carne guisada ligeramente picante. Otro platillo distintivo son las muñecas de pan decoradas con azúcar rosa que se colocan en los altares, tradición que se extiende hasta otras partes de la región de Tierra Caliente en Guerrero y el Estado de México.