El azahar es uno de los aromas más represntativos de nuestra celebración de día de muertos, es el olor que buscan nuestros ancestros para llegar a a casa.
Si alguna vez has probado el pan de muerto, seguramente puedes reconocer uno de los sabores y aromas que invaden ese delicioso alimento: el azahar. No sólo lo entendemos como el toque final del proceso, también tiene un significado en nuestro ceremonioso ritual de día de muertos.
Por Pamela Trejo.
Entre los códigos fundamentales de la cultura existen la socialización, las tradiciones y por supuesto la cultura alimentaria que cumple un espacio muy importante. Los podemos encontrar en los colores de los alimentos, en los ingredientes que significamos como nuestros, en la creación de los platillos ancestrales, en sus texturas y en esta ocasión en el aroma del azahar que se descubre principalmente en nuestros actos ceremoniosos.
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Se dice que el olor del alma es el centro de diferentes tipos de representaciones religiosas, medicas y culturales. La percepción olfativa es importante para diversas culturas como un proceso emotivo, de identidad y esto mismo es lo que sucede con el olor del azahar en el pan de muerto, le damos un significado espiritual y religioso que atraviesa el “otro lado” y llega a nuestros fieles difuntos.
El aroma de esta flor, por lo tanto, traspasa las dimensiones explicables como un olor de simbolismo olfativo de la cosmología que brinda cualidades morales a los seres sobrenaturales, como menciona la investigadora Cristina Larrea. Es entonces que hacemos énfasis en que el azahar es uno de los instrumentos con el que nos comunicamos en la divinidad.
La mística de este delicioso aroma y el equipo que hace con el pan de muerto, va más allá del buen gusto que en combinación hacen los dos.
Como bien sabemos, el pan de muerto representa los huesos, el cuerpo físico en el que se hacen presentes nuestros ancestros; en cambio el azahar responde a esta necesidad del cuerpo (muerto) de regresar al hogar, ¿y como lo haría sin un olor penetrante? Pues es aquí donde este aroma cumple su función.
Se cree que cuando una persona muere una parte del espíritu es guiada por los aromas.
Según el subdirector de etnografía del Museo Nacional de Antropología en la página sipse.com menciona que en las tradiciones indígenas del centro del país existen o se reconocen tres entidades en cada ser humano: Tonalli que son sombras y luz, Yolotl que son Aire y viento y Ijiotl que es la esencia y que junto con el Tonalli, se quedan en la esencia de cada uno, después de la muerte.
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Es por esto que dentro de las fechas de nuestra celebración es dónde encontramos el aire, los días son fríos y con mucho viento, que hacen que el olor del azahar en el pan de muerto lleguen a nuestros seres queridos, para que así ellos logren encontrar el camino de regreso a casa.
¿Qué otros olores y aromas reconoces en nuestras ofrendas?