Esta es la historia del ‘lado b’ de Vicente Torres, el chef que en su casa tiene un cuarto donde guarda cerca de 200 pares de sneakers de colección.
Para el chef Vicente Torres, pocas cosas son tan gratificantes como el aroma de unos tenis nuevos. A Torres lo conocemos por su alta cocina con técnica europea, en la que destellan ciertos ingredientes mexicanos. No obstante, más allá de su paso por restaurantes como Oca, Garum y ahora Moxi, en San Miguel de Allende, tiene un ‘lado b’ que explica mucho de lo que le conocemos en la cocina: es un sneakerhead ferviente.
Uno cree conocer a Vicente Torres por lo que sale de su cocina. Pero basta con asomarse al cuarto de su casa en el que guarda sus más de 200 pares de tenis de colección, para saber que hay mucho más. Cada uno de ellos, guardado en su propia caja traslúcida, dice mucho sobre él. Al mismo tiempo, si hay algo que resulta hilo conductor entre su pasión por los tenis y el tipo de comida que hace, es precisamente el detalle.
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El cuarto de sneakers de Vicente Torres es un lugar en el que se puede pasar horas observando, acercándose a mirar más de cerca, recreando las historias detrás de cada par de tenis.
Torres es un gran guía a través de su colección. Es un verdadero fanático de diferentes siluetas, en las que el diseño y los colores se combinan para crear piezas únicas. Destacó especialmente algunos pares icónicos en los que el diseñador de moda Virgil Abloh dejó un legado significativo con su estilo creativo.
El estilo culinario de Vicente Torres se centra en los pequeños detalles y tiene una inclinación por lo retro. No le teme a reinterpretar los clásicos de la cocina española para dejar su huella. Además, pone énfasis en conocer a fondo los ingredientes, aprovechando al máximo sus propiedades en cada receta.
En su cocina, también todo está siempre en su lugar. Lo que hace el chef Vicente Torres siempre se ha identificado por la pulcritud de sus procesos y de sus técnicas.
Esto se debe en gran parte por la experiencia que le dejó el hecho de estar al frente de un restaurante con estrella Michelin en Valencia, España, llamado La Sucursal, y a su obsesión por lo ‘bien hecho’.
En las mesas que sirve no hay ingrediente que no tenga trazabilidad, preparación que no esté perfectamente ejecutada, ni plato que no luzca estéticamente perfecto y bello.
Cuando lo visitamos para grabar el episodio de Behind the chef en el que nos contó su afición por los tenis y por la pulcritud, le pedimos que trasladara un poco de la emoción que le genera ese ‘lado b’, a un plato que de alguna forma lo representara.
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El resultado fue un ravioli con base de yema de huevo y una mermelada de hongos. Visualmente era una maravilla. Y en cuestión de sabor, realmente es un plato que atesoramos en nuestra memoria.
Ahora, cada que tenemos un par de tenis nuevos enfrente volvemos a él, y a lo entrañable que puede volverse algo que se hace con tanta dedicación y tanto esfuerzo, en espera de ser igualmente valorado en la plenitud de su profundidad de significado.
Fun fact
Su nuevo proyecto se llama Moxi, dentro del hotel Matilda de San Miguel de Allende, y en él hace cocina de ingrediente con toques mediterráneos.
Placeres culposos culinarios