Adentro de una casa del siglo XIX se encuentra un lugar de sabores contrastantes, dulces únicos, frutos del mar, pizzas y vinos sicilianos. Se trata de María Ciento38: una pequeña delegación de Italia en la CDMX, que amamos porque tiene todo el sabor de una nonna de aquél país.
Siempre hace falta un buen restaurante italiano que ambiente una cita romántica, que sea punto de convivencia familiar y capricho entre semana. En Santa María la Ribera, a una cuadra del parque, mejor conocido por su Quiosco Morisco, está una hermosa casa que data del año 1867 cuya decoración interior contrasta con la fachada por su modernidad.
Por Alejandra Alfaro @alejalfa
¿Qué esperar en María Ciento38?
Mientras disfruto del agradable ambiente que se genera en el restaurante, voy percibiendo los olores a tomate, queso y pescado que emanan de la cocina, prometiendo una inigualable combinación de sabores que estoy a punto de recibir. Mientras tanto, pienso -como varios seguramente- que jamás había escuchado en México de “la comida siciliana”. Y es que, desgraciadamente, mis únicas referencias en ese momento eran las mesas llenas de platillos que aparecen en cada una de las películas de El Padrino.
Aunque un poco débil mi referencia, no deja de darme la idea de que se trata de una cocina en la que -similar a la mexicana-, las madres son las encargadas de consentir a sus familias con platillos que los seguirán como un recuerdo de felicidad por toda su vida.
Y no me equivoco pues Cristina, la dueña del lugar, me cuenta que este restaurante surge como una idea que se le mete a la cabeza y no la deja en paz hasta que consigue todo lo que necesita para su restaurante. Lo único que falta, a un día de la apertura, es la cocinera y, ¿en quién más podría haber pensado que no fuera Antonietta Di Pasquale, su madre y auténtica siciliana?
Lo que debes probar en María Ciento38
Mientras reflexiono en cómo las mamás suelen ser las mejores cocineras del mundo, llega nuestro primer platillo: la pizzata sfincionne. Una pizza 100% siciliana que se caracteriza por su pasta “gruesa”, anchoas, alcachofa, queso probola afumicata, salsa de pomodoro, hongos y moronas de pan. Una delicia para compartir y empezar a abrir el apetito.
Le sigue una pasta sarde, que personalmente, aún me persigue por las noches, pues como su nombre lo indica, el ingrediente principal son sardinas. Pero éstas son sardinas sicilianas, que a diferencia de las que acostumbramos aquí, tienen un sabor ligeramente más suave. Además, tiene piñones, pasas y una salsa de tomate que hacen de éste un plato con mezclas de sabores fuertes y dulces.
Aquí, un gran atributo es que, además de contar con una jefa de cocina siciliana, la mayoría de las recetas se elaboran con ingredientes sicilianos que le aportan mayor fidelidad al sabor de los alimentos.
A continuación me presentan un envuelto de berenjena, otra delicia similar a los canelloni pero en vez de pasta, berenjenas rellenas de sardina y nuez, bañadas en una salsa de tomate con queso encima. Si eres de los que no puede con las verduras, ésta opción te demostrará que comerlas no es una tortura.
Para acompañar, disfrutamos de otra pasta con pesto siciliano que lleva una salsa pesto cruda. Ésta tiene ajo crudo por lo que es algo picosa y ligeramente seca (debido a la salsa), pero resulta un sabor novedoso, como todo en la carta.
Y como esta degustación es parte de la introducción a su nueva carta -que se cambia y complementa cada tanto- en la que resaltan los productos del mar, nuestro siguiente plato son unos mejillones preparados con salsa de tomate. Es una cazuela grande ideal para compartirla y no perderte de otras deliciosas opciones.
Por último, llega un atún a la parrilla, servido con puré de betabel y verduras con mantequilla y limón. Un dulce contraste de sabores dulces y cítricos que van muy bien acompañados -como todo lo que probé- con un vino Lumà Nero D’avola, hecho con la uva típica de sicilia. Pero si buscas otra opción con la cual maridar cuentan con una variedad vinos italianos que te harán sentir bajo el sol de Sicilia.
Los amantes de lo dulce se identificarán conmigo cuando digo que, sin importar lo mucho que uno haya comido, siempre hay espacio para el postre. Pues bien, al llegar a María Ciento38 lo primero que se observa desde fuera es una linda panadería parte del restaurante, en donde venden los postres de la carta para llevar, pan artesanal (actualmente están trabajando en una opción gluten free), además de diversos ingredientes italianos.
Aún falta el postre
Pues bien, espero la llegada de mi postre que resulta en la aparición de 4 opciones que comí en el siguiente orden para apreciar el sabor de cada uno (por si alguien gusta seguir el experimento):
1. Gelato de pistache que es un pistache del Bronto, un monte siciliano, que es muy diferente al que consumimos en América pues su sabor es un poco más dulce. Al lado de un gelato fior di latte que tiene leche de búfalo con un sabor dulce. Además de estos que yo probé, tienen gelatos de mango con cítricos, café y chocolate italiano.
2. Seguimos con un glorioso Cannoli mitad de naranja y mitad de pistache. Si nunca has probado uno este es el lugar perfecto para que lo hagas pues tienen diferentes sabores.
3. Pan de limón, tras el cual me platican que en Sicilia todos los postres llevan limón -salvo el tiramisú-. Este esponjoso postre está en el punto perfecto entre ácido y dulce que no puede perderse ningún amante de ponerle limón a todo.
4. Lo último que probé fue el Tiramisú. Postré icónico italiano que aquí es el favorito de muchos. Para quienes hayan quedado fascinados con éste, viene en un tarro de cristal que, por supuesto, venden en su panadería para que te lo vayas comiendo en el camino o como un bonito gesto a alguien más.
Si eres de los que marida también el postre, quizás te interese acompañar, como yo lo hice, con una Imperial Stout de Aviscollem. Ese mismo día tuve la oportunidad de conocer a las dos chicas que dirigen la empresa que surten a María Ciento38 que me platican que ésta nunca se queda sin sus cervezas de temporada. Al finalizar la entrega se sentaron a disfrutar de una ensalada y una pasta.
Así, con la panza muy llena y enormes deseos de regresar, miro cómo otros comensales disfrutan la experiencia de cortar la carne más suave de sus vidas o compartir la pizza de pera al vino tinto, esperando tener aún espacio para pedir otra de las seductoras ofertas.
Ahora que tengo una idea mucho más nutrida de lo que es la comida siciliana me comprometo a volverme una experta en este acogedor rincón en Santa María la Ribera.
Ubicación:
Santa María la Ribera 138, Ciudad de México.
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Twitter: @mariaciento38