La propuesta gastronómica de Kerouac es desenfadada y ecléctica como lo fue la literatura de este hombre.
Cuando pienso en Kerouac, rememoro mi época universitaria. Estudié Letras Hispánicas, así que el semestre se trataba de conocer autores hispanoamericanos y sumergirme en el mundo del español. Sin embargo, cuando llegaban las vacaciones, libres de las ataduras del idioma, gustaba de nadar en los mares de otras lenguas y así conocer diferentes literaturas. Fue así como llegué a Kerouac y su libro Los Subterráneos.
Por Alina Hernández @alinahernan
Pero ahora, pensar en Kerouac, es también traer a mi mente la comida del restaurante en la Roma con este nombre. Fue allí donde celebré junto con mi mejor amigo su título universitario, y mejor lugar no pudo haber sido para recordar grandes momentos en nuestra alma máter. La propuesta gastronómica de Kerouac es desenfadada y ecléctica como lo fue la literatura de este hombre. Su comida está hecha para compartir y para quedar plenos. Nos recibieron con un tepache hecho en casa, para el cual, fermentan la cáscara de piña y le ponen clavo y piloncillo.
Después, probamos el tartar de huachinango con ceniza de habanero para abrir boca. Esto maridado con un Pinot Grigio Villa Sandi. Disfrutamos este pairing y mientras tanto, platicábamos de lo que seguía para mi amigo, después de haber obtenido su título. Porque, incluso cuando ya hemos pasado la etapa post-adolescente que uno sufre cuando termina la universidad, cada vez que nos vemos, nos preguntamos: ¿qué pasará después, a dónde debo dirigir mis pasos?
Mientras divagábamos sobre esta idea, el mesero nos interrumpió amablemente para contarnos que la especialidad de la casa es la carne madurada en seco (con este, ya son dos restaurantes que visito con esta particularidad). Su proceso involucra el reposo de cortes, ya sea por algunas semanas o incluso por meses. Se almacena en un refrigerador tipo cava a una temperatura de 10 grados y con un nivel controlado de humedad para que el resultado final sea una carne de sabor intenso y textura más suave.
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El futuro y los planes podían esperar frente a la posibilidad de un tomahawk añejado en nuestra mesa. Ahora solo podíamos pensar en qué complementos pediríamos para acompañar esta maravilla. Elegimos las papas con jamón serrano que, según nos contaron, es de los platillos más exitosos de Kerouac.
Es lo genial de la comida, que no importa el antes ni el después, sino el ahora. Solamente está ese momento en el que das un bocado y lo único que existe son los aromas, los sabores y la conmoción de tu ser al probar algo tremendamente delicioso. Así ocurrió cuando probamos la complejidad del tomahawk. También pasó eso cuando degustamos las papas al horno y cuando cerramos la noche con un trago de la casa (solo no prueben el trago macerado con nopal. Ni siquiera que esté hecho con Macallan lo salva).
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“We are the beat generation”, dijo alguna vez Kerouac para referirse a sus amigos y a la juventud de su época. Parecería que la generación beat se fue encarnando en todos aquellos que la precedieron y que no hemos dejado de tener esa chispa que explora, que pide salir de los estándares y que, al mismo tiempo, exige calidad y sorpresa en cada experiencia. Kerouac nos ofreció eso con cada uno de sus platillos.
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