Pablo Salas y el pretexto perfecto para acercarnos a una cocina poco explorada con ingredientes nativos del Estado de México
A sus 38 años, Pablo Salas ha convertido a Toluca en un destino gastronómico. Quien siga de cerca su trayectoria y las listas tendrá el propósito de lanzarse a la carretera para conocer Amaranta, restaurante instalado en una casa la cual se adaptó en una sala y cocina. Materializar este proyecto le llevó nueve años al joven chef, a su hermano Francisco, sommelier del lugar, así como a su padre.
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Tras montar una oferta en la que el propósito era compartir, ahora la apuesta se volcó a ofrecer una carta de cena con un menú que no compitiera con el de la tarde. Lo que hay allí se lee sencillo pero implica técnica e investigación previas que Pablo realiza en los diversos mercados de los ocho municipios del estado, sitios en donde consigue ingredientes regionales además de los cultivados en el huerto.
Foto: Fernando Gómez CarbajalEntrar a Amaranta es como entrar a la casa de Pablo. Se trata de un espacio cálido al que se va a taquear un tuétano recién horneado, o bien, unas mollejas fritas en compañía de short rib.
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TUÉTANO A LA BRASA con ensaladita de chivatos, tostadas de arroz y plátano.
Arroz negro con salmon trout ahumado en casa y hueva de trucha.
Tejocotes con helado de mantequilla noisette, queso bola y mazapán de cacahuate.